Capítulo 38. Palabras ocultas

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38: Palabras ocultas

38: Palabras ocultas

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Kayla

La nueva dinámica familiar a mi se me antojaba super extraña. Aunque nadie en la casa la tomaba como tal, claramente.

Cuando mi tía insistió en que debíamos ir todas juntas de compras, a ultimar los detalles para la fiesta de cumpleaños de mi abuela, yo pensé que le dirían que no, que estaba loca, que no se olvidara que había castrado a un pariente muy lejano de un clan que quería violarla y embarazarla.

Pero en realidad, mi abuelo cedió con una facilidad abrumadora y aunque yo sabía porqué era, no pude evitar sentirme rara cuando nos subimos todas a la limosina, pasadas las siete de la tarde, cuando el sol ya había bajado, junto con Skalle, que era, obvio, nuestro guardaespaldas profesional.

—Algún día tienes que quitarte esa cosa horrorosa —le había dicho mi tía Alice, mientras él observaba su teléfono en silencio, con tranquilidad, sentado frente a mí.

—No, gracias —replicó él. La naturalidad con la que rechazaba la exigencia de mi tía me asombraba. A decir verdad, me asombraba que ella se atreviera a tanto. Pero como me había contado Aleksi, Alice lo conocía desde que nació. Jugó con ella cuando era una niña muy pequeña y estuvo bastante presente en su vida por sus primeros años de existencia. Estaba acostumbrada a tener un trato más cercano que con el resto de mis tíos, incluso.

—Vas a aterrar a las señoras del salón —le dijo, pero Aleksi ni siquiera levanto la mirada.

—Me esforzaré por no ser tan tétrico.

Se me escapó una risa y todas las cabezas en el auto voltearon hacia mí, excepto la de mi pareja. Sentí que el sudor comenzaba a bajarme por el cuello, mientras mi mamá, mi tía y mi abuela se preguntaban desde qué momento a mi me daba risa Mørk Hodeskalle.

—Digo, dudo mucho que eso sea posible —tercí, apresurándome a mirar por la venilla polarizada y apoyando el mentón en la mano.

Pretendí ser ruin, mostrar la actitud que tenía siempre que estaba con él, desde que nos vimos por primera vez, pero, aunque para mi familia funcionó, yo pude captar por el rabillo del ojo como Aleksi sonreía ligeramente. Pareció que le resultaba gracioso algo que miraba en su celular. Cuando levantó apenas la mirada y la cruzó conmigo, supe que se reía de mí.

Resoplé, también tentada por nuestro juego secreto. Ahí nadie sabía que él era parte de nuestro clan y seguiría de ese modo, por el momento.

—Pagamos muchísimo por esta cita —dijo mi abuela, retomando la conversación—. Les dará igual que Skalle tenga una máscara, en tanto se ponga delante una buena propina.

Yo no dije nada. No solo pagaríamos fortuna por cada vestido nuevo, con sus joyas y accesorios, sino que además mi abuela estaba dispuesta a dejar más que un sueldo mínimo en cada empleada como agradecimiento por su dedicada atención y discreción.

Hodeskalle [Libro 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora