Capítulo 40. Una sonrisa en la cara, y una espada en la espalda

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Otra vez le dio su confianza a alguien que no valía la pena.

Estaba sentada junto a la ventana mientras pensaba en lo sínico que fue Oliver al mentirle sin ningún problema a la cara; habían quedado en ser totalmente sinceros el uno con el otro, y ella cayo ingenuamente ante un par de anécdotas por parte de él.

Incluso había considerado la posibilidad de retomar su relación con Oliver... ¡Maldición!

Quería creer en él. Deseaba desesperadamente que hubiera aprendido de todo el daño que le hizo y cambiara.

Pero aparentemente a él no le importaban realmente sus sentimientos, solo quería quedarse con ella como si de un trofeo se tratara

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Pero aparentemente a él no le importaban realmente sus sentimientos, solo quería quedarse con ella como si de un trofeo se tratara.

Negó con la cabeza mientras sentía algunas lagrimas acumularse en sus ojos; estaba realmente mal lo que le hizo a Mikael, y si, seguramente se habría enojado si lo hubiera admitido... pero eso sucedió antes de aquel viaje juntos, y al si al menos hubiera sido sincero y mostrado arrepentimiento ella hubiera tratado de encontrar la manera de arreglarlo juntos.

Pero no, seguía siendo el mismo hombre egoísta que recordaba; ¿si le mentía en eso, que evitaría que la engañara más adelante?

Una cualidad que Ariadna valoraba mucho era la sinceridad. Si no había confianza en una relación no existía nada... y ella ya no confiaba en Oliver.

¿Por qué le dolía tanto?

Parecía que después de todo tal vez se había enamor...

*Ding dong

Se escucho el timbre sonar y la joven castaña miro por la ventana de quién se trataba; era Mikael y esperaba fuera de su puerta.

No tenia ganas de verlo, porque tendría que enfrentar la verdad acerca de Oliver... aún así le debía una disculpa porque en parte ella permitió que las cosas llegaran hasta ese punto.

—Hola, Ariadna- saludo una vez que la chica le abrió la puerta.

—Hola, Mikael. Pasa: tenemos una conversación pendiente- lo invito y el pelinegro la siguió.

Antes de cerrar la puerta, Ariadna miro en los alrededores de la cuadra y se sintió aliviada porque no parecía haber ningún auto de los empleados de Oliver por el lugar; lo suyo ya había terminado definitivamente, y esperaba que comprendiera que no quería saber nada de él.

Cerro la puerta, y se encontró con su ex novio mirándola con aparente vergüenza.

—Yo...- comenzó a hablar mientras permanecía de pie en el pasillo —lamento haberte dicho interesada. De verdad... no es mi intención justificarme, pero estaba muy enojado por lo que ese tipo me hizo y ver que tu estuvieras a su lado a pesar de lo desgraciado que fue me hizo arder la sangre. Pero quiero que sepas que no pienso que seas así... ¡por Dios! - dijo mordiéndose los labios y frunciendo el ceño en un intento por no derramar alguna lagrima —tú fuiste la única que se acerco a mi cuando estaba en el fondo, y me quisiste aún cuando era un bueno para nada... incluso pagaste mi operación: soy un asco de persona al haberte llamado de esa forma...

Ya no me duelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora