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Siete días. Una semana había pasado desde aquel horrible accidente. A Minho aún le costaba creer todo lo que ocurrió durante ese tiempo, pero poco le importaba ya que su único objetivo era visitar a Jeongin.

Los padres del menor, luego de enterarse de todo gracias a Seungmin, le prohibieron visitar a su hijo mientras se encontraba en el hospital. Estaba seguro de que lo odiaban. ¿Cómo no hacerlo? No eran los únicos, quienes eran sus amigos se convirtieron rápidamente en simples desconocidos. Y Jisung...

Minho no quería saber nada con él después del accidente, a pesar de que el otro insistía en hacerle compañía porque sabía lo mal que la estaba pasando, pero rechazaba e ignoraba cada intento de acercarse que el menor pudiera tener.

Traumatismo cerebral. Lesiones internas. Ambas piernas fracturadas. Los doctores decían que era difícil salir adelante con ese estado, más aún si el paciente se encontraba en coma. Su cuerpo se veía cada vez más debilitado y las esperanzas de que despierte se volvían nulas con el paso del tiempo.

Tanto los padres de Jeongin como todo su grupo de amigos querían esperar, quizás tres semanas, un mes y medio... No sabían cuándo ocurriría el milagro y verían de nuevo al chico de adorable sonrisa y ese aspecto angelical que siempre cargaba consigo.

Nadie estaba listo para perderlo y harían hasta lo imposible para que despertara.

Minho también haría lo imposible, nadie tenía dudas de ello, pero cruzó su límite cuando se escabulló dentro del hospital para visitar a Jeongin. Cuando lo vio con todos esos cables conectados a su cuerpo se sintió destrozado. Él había ocasionado eso, ¿verdad? Todo había sido su culpa.

Minho era fuerte, podía soportar las intensas pesadillas, que fueron lo primero que comenzaron a jugarle en contra, recordando cada detalle del choque. Ni siquiera las pastillas para dormir ayudaban. También tenía que escuchar los insultos provenientes de sus amigos cada vez que le veían, pero tampoco los culpaba, él se insultaba de la misma forma todos los días.

Sí, definitivamente podía con todo ello, pero ver a su pequeño de esa forma... En una fracción de segundos se convirtió en la persona más débil del mundo, cayendo de rodillas frente a la camilla en la que reposaba el contrario.

— Innie... —fue lo único que salió de sus labios, sintiendo como un nudo comenzaba a formarse en su garganta y su campo de visión se sentía pesado.

Se acercó todo lo que pudo hasta que lo sintió suficiente, tomando la frágil mano del menor, acariciando sus nudillos con delicadeza. Observó cuidadosamente el aspecto del chico: sus mejillas ya no eran regordetas como antes, el color de su piel se desvaneció por completo, todo su cuerpo se sentía frío...

No sabía cómo describir lo que sentía en ese momento. Estaba triste por causarle tanto daño y a la vez se encontraba enojado consigo mismo, por todo lo que le ocultó por tanto tiempo. No solo le había fallado a su novio. Traicionó a sus amigos, a quienes consideraba su familia.

Todas las noches se preguntaba por qué. ¿Por qué cometió tantos errores sin siquiera darse cuenta de lo mal que estaba actuando? Como todo mentiroso, cuando las consecuencias de sus acciones llegaron, simplemente no pudo aceptarlo.

Sonrió débilmente antes de alcanzar el cabello ajeno, enredando cuidadosamente mechones de este entre sus dedos, jugando con la suavidad que se escurría por su piel al entrar en contacto.

— No sabes cuánto lo siento, Innie... —pronunció con dificultad.

Realmente aquello no podía estar pasando.

Si pudiera volver el tiempo atrás... No, jamás hubiera cometido un error así, Jeongin merecía algo mejor. Minho lo sabía pero se negaba rotundamente a aceptarlo, porque él lo amaba y necesitaba hacerle feliz como antes, la imagen de alguien más tocando a su pequeño era repugnante.

Esos pensamientos, que tenía de vez en cuando, le hacían sentirse peor, porque sabía que Jeongin sintió lo mismo cuando descubrió lo que traía con Jisung.

Y aunque terminara las cosas con él, Jeongin no volvería a ser su Jeongin.

Se mantuvo en silencio por unos largos minutos, pensando, observando, imaginando cuál sería su futuro de ahora en adelante cuando Jeongin despertara.

Realmente debió aprovechar aquellos últimos minutos que tuvo con él antes de oír un pitido espantoso que, por más que quisiera, no se lo estaba imaginando.

Como era de esperarse, Minho no fue invitado al funeral, nadie quería verlo en ese momento. Jisung se mantuvo en silencio todo el tiempo que estuvo allí, dejando unas flores antes de marcharse velozmente por la vergüenza que sentía, todas las miradas puestas sobre él. Fueron los cinco minutos más humillantes de toda su vida pero quería cumplir con lo que Minho le había pedido, llevar las flores favoritas de Jeongin por él ya que no tenía permitido entrar.

Después de aquel pequeño recado no volvieron a hablarse, más que nada por la insistencia de Minho en perder todo tipo de contacto con él.

Junto a las flores, escribió una carta. Dos, realmente. Una dirigida a los padres de Jeongin, describiendo lo precioso que era su hijo y cuánto lo amaba, disculpándose por todo al final de esta. Como se lo imaginaba, no recibió ninguna respuesta.

La segunda carta se la envió a Seungmin, sabía que era el hermano mayor que Jeongin nunca tuvo y cuánto le afectaba su pérdida. Redactó que entendía su sufrimiento, aunque a simple vista fuera capaz de aparentar no tener sentimiento alguno. El adverso le respondió a las pocas horas con un mensaje de texto.

"No quiero odiarte porque sé lo que significabas para Jeongin, así que no diré todo lo que tengo en mente. Aunque agradezco tus palabras te pido que no vuelvas a escribirme, Minho."

Y así fue, Minho no volvió a mantener contacto con nadie más.

Sabía que era un idiota, terminó de confirmarlo abiertamente unas cuantas horas después del funeral de Jeongin.

Sonreía como estúpido mientras observaba con ojos llorosos las ventanas del coche, que poco a poco se iban empañando.

Si Jeongin lo viera... Incluso hasta podía escuchar sus regaños y sentir leves golpes en su pecho, imaginando al chico enojado por la decisión que tomó.

Pero la realidad era que Jeongin ya no estaba. Y tampoco pudo arrepentirse una vez que cerró sus ojos por completo, dejando que la oscuridad lo consumiera.

Quién sabe, quizás de esa forma volvería a reunirse con él.

Who do you love 𖤘 MinjeongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora