Era una tarde de verano pero sorprendentemente había una agradable bruma, entraba por la ventana el viento guiado por los árboles que emitían un sonido causado por el roce de sus hojas, el cielo parecía blanco gracias a las nubes que lo ocultaban y las campanas de viento de mi pieza sonaban sin cesar, escuchándose la de otros hogares también.
Parecía ser de aquellos días en los que la hora no avanza pero que el café recién preparado se enfría en cuestión de segundos. Pareciera ser de esos días en los que no hay nada que hacer pero luego te das cuenta de todo el tiempo que perdiste.
De pronto, al sentarme en el borde de mi cama y sentir la manta de lana suave en mis muslos, comencé a cuestionarme por qué a veces el tiempo pasa tan rápido y a veces tan lento.
Como cuando das un abrazo que te reinicia la vida, cuando alguien más te prepara tu comida favorita y la comes calientita, cuando tu té quedó perfecto o te ríes a carcajadas con alguien a quien quieres... Todos esos momentos parecieran ser efímeros y los recuerdos no llegan a su altura.
Y por otro lado, cuando te dan una mala noticia, peleas con alguien, te aburres, te sientes vacío e inútil, o te das cuenta de que perdiste algo irrecuperable, el tiempo no avanza... ¿Por qué no avanza?
Y... hay una tercera situación, que aparentemente atrapa estas últimas dos, haciendo que el tiempo corra y se detenga al mismo tiempo y esta es cuando encuentras a esa persona.
Esa persona que era lo que no sabías que necesitabas hasta que llega, quien te eriza la piel al abrazarte por la espalda, que sus brazos son tu hogar y sus labios tu medicina... Esa persona que puede hacerte sentir lo mejor y lo peor.
Esa persona que te hace sentir feliz de haber encontrado lo más maravilloso de tu vida pero que te inunda de tristeza el solo pensar que podría irse.
Es esa persona que hace que el tiempo avance fácilmente o que te puede atrapar en un momento de tu vida para siempre.
Así de relativo es el tiempo, el cual pareciera amoldarse a las emociones y experiencias... Y así de relativo es encontrarte con tu motor o tu freno.