- un poco más abajo... por favor- reprimió un gruñido y acató la orden.
Bajó sus manos por la blanquesina espalda hasta llegar a la zona lumbar en donde hizo presión con sus pulgares. Despacio, comenzó a masajear formando círculos en el lugar con sus dedos. Al instante, la muchacha soltó suaves suspiros, causando varios estragos en el pantalón del cenizo.
- si... justo ahí- el pantalón le comenzó apretar y no era la primera vez que le ocurría cuando le tocaba con ella.
Estaban en el centro de masajes, sus compañeros ya se habían retirado y solo quedaban él y Uraraka Ochaco, su ultima clienta. Una muchacha de pecho voluptuoso, piel cremosa y poseedora de una voz pecaminosa. Era una cliente recurrente que solicitaba el mismo servicio en cada ocasión, un masaje de relajación de una hora. Tiempo que a Bakugou se le hacia eterno y a la vez no era suficiente, siempre quedaba insatisfecho, ansioso por seguir tocando esa suave piel mientras ella soltaba suspiros de placer.
- ya terminó el tiempo- casi con agonía, el cenizo retiró las manos y se dio la vuelta para darle privacidad mientras ella se colocaba otra vez el sostén y la blusa.
- oh no... creo que hay un problema- Preocupado, el cenizo volvió su atención a ella
Llevaba solo su falda puesta y la parte de arriba era cubierta por la pequeña toalla que le había entregado Bakugou en un principio. El muchacho trago duro mientras ella observaba angustiada su bolso.
- ¿que puedo hacer? creo que perdí mi billetera...-
- por esta vez lo podemos dejar así y para su proxima sesión lo arreglamos-
- ¿pero eso no le traería problemas? - Bakugou solo alzó los hombros para restarle importancia.
Lo único que quería era que ella se fuera para poder "desahogarse". Cuando la vio dejar su bolso para tomar su ropa, Bakugou se dio la vuelta nuevamente y caminó hacia la camilla para limpiarla pero antes de siquiera pasarle el paño, una mano lo agarró de la muñeca.
- si se va a meter en problemas, que al menos valga la pena ¿no?-
-¿de que- el cenizo apenas pudo reprimir un gemido cuando sintió una suave caricia.
- lo noté hace un rato pero no había querido decirle nada- debía detenerla, alejarla o decirle algo, pero lo único que consiguió hacer Bakugou fue apoyarse en la camilla que tenia detrás.
- hace masajes increíbles, déjeme pagarle su excelente servicio- con una sonrisa coqueta, Uraraka atendía la erección del masajista.
Bakugou pensaba una y mil razones por la que se estaba dejando hacer, pero no encontró ninguna que le convenciera, en cambio, verla a ella en sostén y con una falda que le cubría apenas lo necesario mientras le atendía el problema en sus pantalones, era un motivo muy grande para no querer detenerla.
Pronto las capas de tela comenzaron a molestarle, quería sentir las manos de la castaña directamente pero no se atrevía a bajarse el pantalón él mismo. De forma casi telepática, la muchacha hizo lo que la mente de Bakugou pedía a gritos. La castaña se agachó y le bajó los pantalones hasta los tobillos, dejándolo solo en boxer.
Con una sonrisa traviesa, Uraraka se acercó nuevamente a la erección y ante la mirada carmín, pasó su lengua lenta y tortuosamente por sobre el largo del falo, mojando toda la tela a su paso. Con la lengua hizo presión en la punta mojada por el liquido preseminal, ocasionando que el cenizo soltara un gemido. Eso definitivamente le gustó y la castaña deseo escuchar más.
Retiró la última capa de tela y la chica se relamió los labios al ver el jugoso y grueso miembro frente suyo, incluso llegó a dudar si todo cabría en su boca. Dio inicio dando lamidas lentas sobre todo el largo mientras que lo masturbaba y con su otra mano masajeaba los testiculos del cenizo de forma diestra.
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Mi Última Clienta Del Día
Short StoryOne-shot kacchaco. Todo el mundo sabia que era más fácil mover una montaña que hacer que Bakugou Katsuki cambie de parecer. Sin embargo, hay ocasiones en las que se debe ceder, sobre todo si en tu vida se entromete Uraraka Ochaco, una mujer bastan...