Mi nombre es Eris Abbey, única hija del Comandante Edward Abbey. Junto con mi familia, vivimos en el imperio Qing por el trabajo de mi padre como representante del Imperio Inglés.
Este año cumpliré 19 y sinceramente no sé si me emociona tanto. Las demás hijas nobles son educadas en arte, bordado y danza. Debo decir que esta última es la única que me interesa. Mi madre siempre dijo que no teníamos que ser obligados, sino convencidos. Pues, ninguna otra materia logra convencerme, aún con los fallidos intentos de Wan Shu, mi amiga más cercana. Cuando llegamos a Peking, nos llevamos bien de inmediato y nunca nos separamos. Gracias a ella, pude aprender rápidamente chino.-Dime, ¿rosa o violeta?
Aclaré mi mente y analicé su pregunta -Negro.
-¿Cómo demonios voy a ponerme negro? Es un vestido Eris, para el cumpleaños número 1 de mi sobrino.
-¿Desde cuándo una dama tan elegante como tú dice "demonios"? Además, el negro combina con todo. Créeme.
-Eres increíble. En fín, ¿tú que usarás?
Cierto... ¿qué me pondré?
-No lo he pensado todavía. Creo que mamá se encargará de eso por mi.
-Si yo fuera tu madre ya te hubiera expulsado de la casa ¿qué mujer no piensa en ropa?
-Hey, no por que sea mujer significa que deba interesarme sí o sí en esos asuntos. ¿Cómo le decían en Inglaterra?..... Ah, sí. Eso es sexista.
Su risa se escuchó por todos lados -Amiga mia, ya no estás en Inglaterra. Estás aquí, y aquí la mujer se preocupa por la ropa, las joyas, casarse, su esposo y luego sus hijos. Ya veras cuando llegue tu momento. Y por lo que veo, será pronto.
-Estás demente. Apenas tengo 18, ni siquiera sé hervir agua, no tengo ningún interés en buscar un esposo y mis padres no me obligarán a hacerlo.
Un "aja, aja" fue toda su respuesta.
-Ah, A- Shu. Escuché a papá hablando con tu padre ayer. Algo sobre un decreto imperial. ¿Qué sabes?
La nombrada dejó de lado los retasos de tela, amamos el chisme. -Por lo que sé, la familia Sun recibió un decreto de la Ciudad Prohibida. Tal parece que la emperatriz está muy enferma y quieren a la hija mayor del Gobernador para que entre como Consorte Imperial.
-¡¿QUÉ?!
Ella me dio un golpe en el brazo -No grites ¿para qué crees que estoy susurrando? Y sí, parece que de eso se trata.
-No lo puedo creer. La Emperatriz todavía está viva y ¿ya quieren a otra mujer para el Emperador? Que descarado.
-No hables así si quieres vivir Eris. Si te escuchan, serás ejecutada.
Puse mis ojos en blanco -Si, si. Pero eso no quita que sea la verdad. ¿Cuántas mujeres ya tiene ese hombre?
-El Emperador puede tener las concubinas y consortes que él desee. Para eso está el Harem Imperial.
-Eso es una porquería.
-No pienses así ¿quién dice y no terminas allí?
-Primero muerta.
Negó con la cabeza -Hay una posibilidad muy grande. Tienes la edad para casarte pero no aceptas ninguna propuesta, eres bella y de una buena familia. Además, serviría para una mejor amistad entre Inglaterra y Qing. Tu lo sabes, por eso odias la idea.
Suspiré con fuerza. Ella tenía razón, yo siempre lo supe. Pero no quería eso para mi vida. Como dije, primero muerta.
Luego de salir de la tienda de telas, nos llevaron hasta nuestras casas. En el palanquín, iba pensando en cómo decirle a papá que quería volver a Inglaterra.
-Si solo pudiera volver fácilmente.
Un extraño movimiento me sacó de mis pensamientos -¿Qué sucede?
-Mi señorita -Keith levantó la cortina -hay soldados en la puerta.
Me bajé lo más rápido que pude y los ví -Nadie tiene permitido el ingreso. -me dijeron interponiendose.
-Perdón, pero esta es mi casa. ¿Qué hace la guardia imperial aquí?
-¿Usted vive aquí?
-Si, soy la hija de esta casa.
Ellos se miraron entre sí y sacaron sus espadas. Me quedé inmóvil al tenerlas en mi dirección.
-¡¿QUÉ HACEN?!- Keith gritó.
-Por decreto del Primer Ministro Shen, las familias traidoras serán decapitadas públicamente.
Me tomaron del brazo y me arrastraron hasta la plaza más cercana. Ni mis gritos ni mis intentos de zafarme cambiaron algo. Al llegar, pude visualizar a mis progenitores arrodillados junto con más nobles.
-¡PAPÁ, MAMÁ!
-¡ERIS, HIJA!
Me colocaron a su lado, mientras llorabamos y nos abrazabamos. No entendía nada y ellos no me explicaban.
-Mi señor, por favor. Mi hija no tiene ninguna culpa. -rogaba mi anciano padre.
-Comandante Abbey, debió haber pensando en eso antes de rebelarse.
-¿Rebelarse? Pero...
Miré al matrimonio en busca de respuestas -No digas nada.
La voz de mi madre sonó más apagada.-Mamá....
-¡ESCUCHEN EL DECRETO IMPERIAL! LAS FAMILIAS WAN, KAN, ABBEY Y TUL HAN COMETIDO TRAICIÓN AL IMPERIO. POR ORDENES DEL PRIMER MINISTRO, TODOS LOS INVOLUCRADOS SERÁN CASTIGADOS CON LA MUERTE. HASTA LA TERCERA GENERACIÓN SERÁN DECAPITADOS.
Los gritos mezclados con el llanto llenó aquel lugar abierto y yo no podía pensar con claridad. Nosotros no hicimos eso....
Espera, nombró a la familia Wan.Comencé a buscar entre la multitud, hasta que la encontré. Al lado de la escalera, se encontraba A-shu con sus familiares.
-Ah..¡A-SHU!
Ella me miró con los ojos llenos de lágrimas y negó con la cabeza. No podía ser cierto.
-¡TRAIGAN A LOS CRIMINALES!
El papá, los hermanos y A-shu fueron levantados a la fuerza y subidos a la plataforma. Grité para que los bajaran pero no me escucharon. En vez de eso, me apuntaron con una espada y mi madre tuvo que taparme la boca.
Ya arrodillados, los verdugos comenzaron a danzar a su al rededor. Era un ritual por así decirlo. Deseé que fuera una pesadilla, una horrible pesadilla. Pero no lo era. Antes de que los hombres alzaran sus hachas, mi amiga musitó -Tienes que vivir.
Sangre salpicó mi rostro cuando sus cabezas rodaron.
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"OJALÁ NO"
Historical FictionDesde ya, este cuento es triste. ¿Cómo lo explico? Fácil, me matan. Pero ¿quieren saber como? La protagonista, osea quién les habla, tuvo una vida muy diversa: pase de hija de una familia noble, a la bancarrota, la servidumbre, la gloria y el poder...