Capítulo 1.

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Capítulo 1: El niño creció

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Capítulo 1: El niño creció.

Suspiró cansada, estaba siendo un día agotador, miró el reloj, aún le quedaba una hora más, estiró sus adolorido cuerpo, aún tenía que hacer el cierre de venta, y lidiar con los clientes que llegarían en la siguiente hora.

Honestamente, no tenía ánimos de aguantar a otro cliente más, se quitó los lentes y los dejo sobre su escritorio, cerro los ojos, estaba muy cansada, había pospuesto sus vacaciones dos años seguidos para poder tener ese dinero extra. Estaba enteramente agradecida de haber encontrado una roomie así el peso de pagar la renta y demás servicios serían menos, por fin tendría unas vacaciones con su pequeña Sayomi.

Sonrió al recordar a su bebé, Sayomi era una pequeña peliplata de grandes ojos ámbar, que se parecía demasiado a su padre, aunque ella no sentía nada por Sesshomaru cuando aquella noche pasó entre ellos, ella amaba a su pequeña, y había hecho todo lo posible por salir adelante siendo madre soltera.

Escucho como un paciente entró al laboratorio, se colocó nuevamente los anteojos, y comenzó a preparar el formulario en la computadora.

—. Buenas tardes ¿En que puedo servirle?— dijo con tono amable mientras buscaba la hoja de formulario en la computadora.

—¿Aome?— su corazón se detuvo, para comenzar a latir con rapidez, un nudo se le hizo en el estómago y con temor levantó la mirada del monitor.

—¿Taisho?— susurro aquel apellido temerosa, el hombre frente a ella sonrió cuando sus ojos se encontraron, y ella solo pudo temblar, ¿Cuales eran las posibilidades de que el hombre que estaba en otro país y nunca volvería, apareciera frente a ella? Y peor aún ¿En su trabajo? Las manos le temblaron levemente.

—¿Taisho?— él repitió con una mueca—, nunca te aprendiste mi nombre— dijo con tono neutral, Aome lo miró, estaba menos delgado que antes, también parecía más serio de lo que recordaba.

—. Solo nos vimos dos veces— soltó como excusa, de alguna manera se sentía regañada por aquel chico. Él sonrió con amargura.

—. Tienes razón— dijo frío—, solo nos vimos dos veces, y aún así yo memorice tu nombre y tu rostro— miró los ojos ámbar, esos ojos eran casi idénticos a los de su pequeña, solo que estos, en lugar de irradiar felicidad y amor, solo eran fríos y parecían querer algo que ella no podía descifrar.

Se aclaró la garganta—¿Y que examen necesita?— se recordó que tenía una labor, el peliplata sonrió de lado, antes de contestar.

—. Quiero una examen completo de sangre— Aome se centro en llenar el formulario, pregunto unas cuantas cosas más, antes de proceder a tomar las muestras de sangre.

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