🪶CAPÍTULO 44: El capitán es el último en abandonar el barco🪶

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Las puertas de la enfermería se abrieron, revelando a Matis, Max y Martín.

Ignorando a los chicos, Matis fue directo a una de las secciones y tomo algodón y alcohol.

—Recuéstalo—ordeno a Max, quien obedeció.

Sin dudar, vertió el contenido de la botella sobre el abdomen de Martín, quien jadeo, ante el ardor.

—Matis, ¿Qué paso?, ¿A dónde está Semyazza? —se acercó a ellos Anyi, más Ariel guardaba distancia, contemplando con interés la escena.

Al ver que no les proporcionaba una repuesta, Ariel decidió romper el silencio.

—Ellos lo tienen, ¿no? —preguntó, pero Matis solo le dedico una mirada.

—Anyi, ve por José, necesito que sane la herida —desvió la mirada a Max—. Max, encárgate de informar todo a los encargados de los reinos, pídele ayuda a Rubí para reunirlos a todos —el vampiro asintió y salió de lugar.

La bruja obedeció, y salió de la habitación.

—Si nos hubieran llevado con ustedes, lo hubieran logrado —menciono.

Matis sonrió con ironía.

—Sí se nos hubieran unido, no solo Semyazza y Mariza estarían atrapados ahora ahí —expuso, volteándolo a ver.

—¿Puedes asegurarlo?

—¿Tú puedes asegurar que no sería así? —negó, frustrado por la situación—. Nadie puede enfrentarla Ariel.

—Semyazza...

—Semyazza tenía un plan, lo sé, me lo dijo antes de ir por ella, pero ¿a dónde está ahora él? —expuso—. Es un grigori, el líder de ellos, temido incluso por las letal, y pudo con él —informa—. Ariel, los arcángeles se nos han unido.

Ante aquella información, se mostró inquieto. Los arcángeles no se unirían a ellos personalmente, al menos que Calix representara un gran peligro.

—No conozco a Calix —continúo hablando— no estuve durante su crecimiento, pero sé que esa chica que nos enfrentó disfrutaba de jugar con nosotros.

—Eso es porque su alma fue envenenada, pero si Semyazza se sacrifica volverá a ser luz.

—¿Realmente lo hará? —pregunta—, si ella ama ser lo que ahora es, puede rechazar la luz y elegir la oscuridad.

—No lo hará —asegura—, ella es pura, siempre lo ha sido, la conozco mejor que nadie, ella...

—Ariel —lo mira con compasión—, ella no es Azul. No la conoces, nadie la conoce.

—Yo lo hago —Flynn entro a la habitación en compañía de José, quien se acercó a Martín.

—Demonios, amigo, sí que te lastimaron —murmuro José, mientras evaluaba la herida.

—Estoy bien —dijo Martin con una mueca de dolor.

—Anyi, ayúdame, necesitaré más que mi poder de sanación para cerrar la herida.

Mientras Anyi y José se encargaban de Martin, Matis salió de la habitación.

—¿Qué te dijo? —preguntó Flynn, acercándose a Ariel.

—Si el plan falla, si Calix no regresa a la luz y tienes que enfrentarte a ella, elige tu vida antes de la suya, ¿entendiste? —coloca su mano sobre su hombro—, dolerá perderla, pero será insoportable si te le unes.

—Ariel...

—Promételo Flynn. Eres quien mejor la conoce, y sé que dudaras.

—No puedo prometerte eso, Ariel —intenta apartar su mano, pero el ángel se aferra a él.

Mi Secreto: Entre Luz y Tinieblas. (Libro III) ⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora