Mar
Nos quedamos mirandonos un buen rato, se quedo apoyado en el marco de la puerta observandome, joder estaba guapisimo, venia de trabajar, aunque llegaba un poco pronto, por lo que me habia dicho Mat...
—Y-yo eh... —Empecé a balbucear
—No, no está bien.
—Lo siento...
Estaba muerta de vergüenza, si es que a quien se le ocurría entrar en un cuarto y ponerse a registrarlo como Pedro por su casa, pues a mi, a quien no...
Vi como se fijó en mi rimel un poco corrido, sí, había estado llorando, se me removió todo otra vez al ver esas fotos, no tardó en fijarse en lo que tenía en las manos.
Las fotos.
Desvió su mirada a ellas y me miró, sonreímos a la vez, noté como se me encogio el corazon al ver que esa conexión que empezó hacia dos años atrás seguía...
—Emm... —Empezó a decir, se tocó el pelo, nervioso... —Sé porque estás aquí...
La hostia
—Yo... Eh...
—Creo que mereces saberlo... —Me dijo acariciándole la mano. —Sígueme
Vi como seguía llevando nuestra pulsera, yo también la seguía llevando, una de color rojo, referencia a la leyenda del hilo rojo.
La leyenda afirma que aquellos que estén unidos por el hilo rojo están destinados a convertirse en almas gemelas, y vivirán una historia importante, y no importa cuánto tiempo pase o las circunstancias que se encuentren en la vida. El hilo rojo puede enredarse, estirarse, tensarse o desgastarse... pero nunca romperse.
De ahí el color de la pulsera.
Y allí estábamos, encontrados a miles de kilómetros de las que eran nuestras casas, y de donde nos conocimos, dos años después, el y yo, frente a frente de nuevo.
Se quitó una pulsera en la cual parecía haber una llave, "la del armario, claro" pensé cuando ya estaba empezando a abrirlo.
—Samuel... De verdad que yo...
—¿Tú que Mar? Estás aquí porque Mat te ha dicho que el armario este no lo ha abierto ni él y que supone que hay algo tuyo.
Mierda, lo sabe, claro que lo sabe...
No sabia ni que hacer ni decir, así que estaba callada viendolo como cogía dos cajas, y se acerco a mi, no tarde en analizarlas, claro.
—No sé ni cómo empezar con esto...
Creeme que yo tampoco
—Samuel en serio
—...
—Sí, he guardado todas tus cosas...
Me levanté y me puse a su lado, a menos de milímetros de él.
—Ya veo... ¿Y esas tarjetas? —Dije curiosa, me sonaban mucho
—Son de todos los restaurantes a los que fuimos en el campamento, al principio no sabía porque las guardaba, pero luego si...
—¿Y que hay en estas cajas?
—Regalos de cumpleaños que no te pude dar...
Samuel...
Me entraron unas ganas inmensas de olvidarlo todo, abrazarlo y comermelo a besos, pero me tuve que controlar.
—¿Quieres abrirlos?
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Algo más que un amor de verano [#2]
RomanceHan pasado dos años desde que Mar y Samuel se vieron por última vez, aquella tarde en el campamento. Mar va a cumplir su sueño de desfilar en una pasarela que le llevará a cabo a cumplir otro de sus sueños, y Samuel, como no, por casualidad o capric...