08/02/2022

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Yo era conducido a la bodega de un buque de carga para filmar a un misterioso y fantástico animal como parte de un documental: Para mi sorpresa, dicho animal era en realidad un ser humano, quien se encontraba confinado en una especie de jaula de cristal, cuyo interior se encontraba decorado como la sala de una familia de clase media propia de los años 50.

El prisionero se encontraba sentado en un sofá leyendo un periódico con la mayor tranquilidad del mundo, totalmente indiferente a la conversación que yo sostenía con los marineros y el capitán del buque, a quienes yo reclamaba que dejasen al hombre en libertad.

Ellos se reían de mí, afirmando que lo que había dentro de la jaula no era nada más que un animal. Se me advertía que el prisionero podía cambiar de apariencia, pero que de ninguna manera era un ser humano.

En un momento dado, el prisionero me dirigía una mirada curiosa, pero luego volvía a la lectura de su periódico con total indiferencia.

Diario de Sueños y PesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora