De camino al departamento de Will. Naya y él me veían contando de cómo inicio su relación –un poco graciosa a mi parecer– y Will me hablo un poco de sus compañeros de piso. De Ross y Sue.
Will giro en una calle poco concurrida de edificios y supermercados cerrados. Al llegar a la mitad, entro en uno de los garajes y se estaciono en el único sitio libre, me quede mirando el de alado, un todo terreno negro con estampas en la parte trasera con referencias de musica y películas. Me descoloque un poco cuando creí ver dos auto que se me hacían conocidos.
—¿Vamos? —me preguntó Naya al ver que me distraía.
—¿Eh? Sí, disculpa.
Los seguí por la rampa del garaje y llegamos al interior de un edificio bastante bonito. Will nos condujo al ascensor y pulso el botón del tercer piso.
—¿Seguro no importa que haya venido? —pregunté un poco ansiosa por la respuesta.
—Claro que no —me aseguró él—. Seguro que a Ross le alegra verte otra vez. Le has caído bien.
No esperaba que su respuesta me sorprendiera y aliviara a partes iguales.
—¿Te hablo de mi? Pero... si solo hemos estado juntos cinco minutos.
—Me ha dicho que parecías una chica muy simpática. Y que Naya te quitaría las ganas de vivir muy pronto.
No pude evitar reir mientras ella ponía los ojos en blanco.
—Ross es un encanto —ironizó.
Salimos los tres hasta el tercer piso, donde solo había dos puertas y una ventana cerrada. Will saco las llaves de su bolsillo y abrió la puerta de la derecha.
Al instante, el olor a comida china hizo que se me hiciera agua la boca. Entramos a un pequeño pasillo que daba a una sala. Después, señalo un perchero.
—Pueden dejar las chaquetas ahí.
Naya, que tampoco había estado nunca en ese piso, parecía tan nerviosa cómo yo
Los seguí a través del marco de madera hacia una sencilla sala con dos sofás, dos sillones, una mesa de café llena de bolsas de comida, una televisión grande con varias consolas, una estantería hecha un desastre junto a un ventanal, un pasillo grande que parecía llevar a las habitaciones y una barra americana que lo separaba de una pequeña cocina.
Ah, y también había dos personas sentadas en el sofá. Detalle importante.—¡Por fin! —gritó Ross—. Me estaba muriendo de hambre.
—Yo también me alegro de verte Ross —le dijo Naya.
Los dos se giraron hacia nosotros. La chica que no conocía –supuse que sería Sue– hizo una mueca y volvió a lo suyo. Ross, en cambio, sonrió malévolamente hacía Naya.
—Genial, hemos pasado de la tranquilidad absoluta a tener que escuchar gritos en estéreo todo el día.
—Si yo nunca me enojo —protestó Naya.
—¿Y quién a hablado de enojarse?
Will le lanzó la chaqueta a la cara. Ross solo rió y la tiró a uno de los sillones. Sue, que estaba sentada ahí, los miró con mala cara y se centro en abrir su bolsa de comida.
Sue tiene la piel ligeramente bronceada, cabello castaño, los ojos del mismo color, es bastante más delgada que yo y tiene los ojos un poco rasgados. Es una chica preciosa. Aunque la mueca de asco camuflaba un poco su belleza.
—Veo que aún no has salido corriendo —me dijo Ross al acercarme.
—No la asustes —Naya lo señaló—. Es mi compañera de habitación y quiero que siga siéndolo.
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Cuando Las Estrellas Dejen De Brillar.
Fanfiction¿Qué pasaría si Jack Ross nunca se enamoró de Jenna Brown? Si no que se enamora de otra chica... De Lucille Ferguson.