Capítulo 19

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Capítulo 19

— ¡No, tía! Las cosas no son de esa manera—, musité un tanto exasperada— no puedes salvarme, esto es lo que soy, entiéndelo—, mi tía se reusaba a comprender mi originalidad, se encontraba en un estado de agobio detrás de la línea telefónica—. No puedo irme a Miami así como así, no puedo escapar—, le recalqué.

A pesar de lo claro que le había explicado todo; que no podía escapar si así lo quisiera, que estas personas son muy poderosas y que si intento alejarme de lo que realmente soy, irme del país, donde quiera que estuviera, eran capaz de encontrarme, y aun así mi tía no entendía, solo me decía que me fuera a vivir con ella, que me protegería hasta su último aliento.

Pero si de protegerme se tratase, creía que no hubiera problema con ello, pero ese no era el punto.

— ¿Entonces vivirás el resto de tu vida siendo algo que no quieres? —emitió, en tono bajo, siendo más afirmación que pregunta.

—No se trata de que yo no quiera, tía, esto es lo que soy, ya te lo he repetido imnumerables veces—, respondí —estoy empezando acostumbrarme por muy duro que sea. Este mundo no es tan malo como lo piensas, o como lo imaginaba yo al principio, aquí los Orates son buenos, y, a pesar de que son asesinos de personas, son buenos amigos y muy amables, te lo aseguro—, mi tía se encontraba llorando detrás de la línea—. Tengo amigos que me dieron la mano desde un principio, que me quieren y cuidan de mí— solté, creándose un nudo en mi garganta —no llores, yo estaré bien aquí, tía.

Mi corazón sentía un escuesamiento grande, de esos que tan pronto lo sientes, tienes que desmembrarte  llorando, porque no puedes contener todo el dolor, y yo, incapaz de llorar y sentirme fatal por ello, solo sentía pequeños fragmentos de cómo me sentiría ahora, sino fuera lo que soy.

Escuchar a mi tía llorar solo hizo que recordara a mamá, y que instintivamente, la culpa llegara a mí como ráfagas de viento...

Yo era culpable de todo, iba destruyendo todo a mi paso... mis padres, mi tía, todos a mi alrededor eran víctimas mías, que inescrutablemente, no tenían por qué ser arrastrados por una maldición que solo yo, merecía.

Ahora, mi tía viviría con el recuerdo de algo que, a duras penas, desde niños nos hicieron creer que no existían, ni siquiera algo similar.

—Escúchame tía—, le hablé una vez más, arrastrando lejos los pensamientos que me aturdían— voy acabar con todo esto, no sé cómo lo haré, ni qué tiempo me tomará hacerlo, pero te juro que voy a llegar hasta el final, y tan pronto lo haga voy a llegar hacia a ti, por eso necesito que te cuides y te mantengas al margen en lo que descubro la verdad, hay algo que los grandes Orates le ocultan a su mayoría, y yo, voy a descrubirlo— tomé una pausa y continué hablando—, que luego de que descubra todo la verdad, se desatará una guerra, así que por ello, será el momento de escapar. Soy diferente a todos ellos, poseo el Irish, eso que le llaman “madurez” y, voy a usar aquello a mi favor para desenmascarar al gefe que oculta una grande verdad—. De momento el ambiente se tornó tan caluroso, que empecé a sudar de manera extraña —Según lo que dijo una amiga acerca del Irish, estoy consciente que soy la única en la Cofradía que lo posee. Así que, sin importar lo peligroso que sea para mí, todo esto que planeo, voy hacerlo— puntualicé.

Los llantos de mi tía habían cesado un poco, de manera que supe que había prestado muchísima atención a lo que le había dicho.

—¿Y si todo sale mal? ¿Y si por arriesgarte hacer todo esto no te vuelvo a ver nunca más? —su voz sonaba débil y ronca a la vez.

—Entonces no existirá alguien que desencadene la verdad de los Orates. Entonces todo será en vano—, solté pensativa.

Escuché cómo mi tía suspiraba detrás de la línea, al momento que dijo—: Confío en ti, házlo bien, y, recuerda que el objetivo es acabar con ellos, no que ellos te acaben a ti—, dictaminó, limitándose a sonar decidida y firme—. Te estaré esperando aquí.

Automáticamente formulé una pequeña risilla en mis labios, y por primera vez en mi vida, me sentía con el apoyo genuino de alguien.

—Prometo que volverás a verme— emití, con voz dulce.

Asintió y, colgué la llamada, al momento que, sentía un alivio en mi ser que justo en ese momento, era difícil de explicar, pero también me sentía con un ápice de frustración porque ni siquiera sabía si lo lograría, si podía llegar a la verdad así como tanto lo deseaba.

Pero me esforzaría tanto por hacerlo que, no me importaría perder la vida, aunque le falle a aquella promesa que le hice a mi tía pero, tenía que saber la verdad, esa que era muy peligrosa saber.

Me tiré en la cama y me quedé allí unos instantes, no había dormido dos noches seguidas debido a que me encontraba tan desbarajustada por la muerte de aquel hombre que yo había matado, que no pude conciliar el sueño apesar de que había pasado anteriormente una noche en total desvelo.

Aquel hombre se encontraba en todos los noticieros y en toda la internet.
Su muerte había sido exitosa de una manera muy sínica, porque había sido fácil para mí acabar con él, pero ahora, ahora era frustrante ver lo desgarrada que se encontraba su familia por ello, y tenerlo que soportar.

Por otro lado, aquella noche no pude darle las gracias a Harry ni comentarle nada de aquello porque Adela no se apartó de nuestro lado ni un segundo, así que no pude decirle nada.

Después de eso, no podía seguir enojada con él por su comportamiento con Maikel, porque viéndolo desde esta perspectiva, fue divertido ver cómo Harry sentía celos enfermizamente por verme junto a otro chico y, además, me había ayudado en gran manera, porque de no ser por él no hubiera sabido qué iba a hacer.

Con lo exhausta que estaba, mi cerebro ya no podía seguir trabajando correctamente, debía dormir algunas horas para recomponerme, o sino, estaba segura que dejaría de funcionar, así que, sin verlo venir, me dejé ir libremente...

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