Capítulo 25: Lealtad.

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Viajar junto a un perro espiritual llegó a ser más interesante de lo que alguna vez pensó Wen Ning.

Al inicio cuando todos los demás se fueron, el Ning pensó que no funcionaria y veía el realizar esta travesia como algo imposible sin la cooperación del perro del Joven Jin. Y es que en ese viaje con duración de tres días, desde el día uno existieron pequeños problemas.

La mitad del primer día no lograron avanzar.Hada se había quedado estática mientras observando con nostalgia al horizonte por el cual su grandioso amo había desaparecido. Wen Ning lo intentó absolutamente todo; desde apremiar a Hada con dulces e incluso con exquisitas galletas que una pareja de ancianos le había dado como recompensa por ayudarles con sus cultivos dos días atrás, hasta con grandes trozos de carne jugosa que el Ning compró en el muelle.

No, nada de eso funcionó y Hada siguió por un par de horas en el mismo trance, sin importale lo más mínimo cuantas veces la llamara o cuantas veces mencionara que Jin Ling estaba esperando por ella.

Sin embargo, no fue el hambre o el cansancio lo que motivaron a Hada para avanzar; sino una ardilla.
Un pequeño animalito que cometió el error más grande de su vida al salir de su escondite entre los arbustos para correr hacia el árbol que se encontraba al lado del can.

Wen Ning tuvo que interceder a favor de la ardilla para que esta no terminara siendo parte de la merienda y antes de que Hada pudiera siquiera clavar sus dientes en su pequeño cuello, el cadáver feroz corrió hacia ellos y acogió entre sus manos al animalito para luego llevarlo hasta la copa del árbol donde finalmente estaría segura, todo esto mientras era observado siniestramente desde abajo por el husky.

Una vez la ardilla estuvo lejos de la muerte, el Ning bajo sin prisa del árbol solo para ser recibido por una ráfaga de ladridos interminable.

Hada estaba muy furiosa por haber perdido a su presa y dió todo de sí para expresarlo. Luego de un largo rato, el can acalló sus protestas hacia el hombre con aura demoniaca y trotó con gracia lejos de él.

Sin ninguna otra alternativa, Wen Ning descartó la idea el alcanzar a todos a tiempo y la siguió de cerca.

Cada vez que el general fantasma se acercaba a menos de dos metros del can, este le gruñía. Si se cruzan en su vista recibía ladridos. Las advertencias eran bastante claras: Hada no quería que ese ser se cruzara en su visión o se encargaría de arrancar su brazo para usarlo como un víl juguete. Por esto, Wen Ning tuvo que ir tras Hada en silencio y entre las ramas. Así, cada vez que el can miraba detrás no encontraría rastro alguno del molesto ser a su cuidado y seguiría su camino agitando su cola esponjosa con alegría.

La noche del primer día llegó y ambos se detuvieron a orillas de un río. Hada calmo su sed para después usar un montón de hojas como cama y caer en un profundo sueño.

Wen Ning velo por su sueño y más tarde que temprano llego el alba.

Para el segundo día, los chapoteos y el salto de un pez fue lo primero que recibieron al can al despertar.

Curiosa y con el hambre manifestandose luego de un día entero sin recibir alimento alguno, se acercó a las aguas y miró con atención al par de peces que nadaban un poco cerca. Los ojos cafés del perro brillaron al ver a su desayuno gorgoteando con tranquilidad. Con su pata delantera, intentó en varias ocasiones obtener a una de esas comidas acuáticas, pero la velocidad de los peces la superó en cada una de ellas.

El Wen que observaba desde arriba del árbol sus acciones, se sorprendió cuando la mirada del can se quitó de los peces para ser dirigida hacia arriba, exactamente hacia la roma donde él estaba. La cabeza del can se movió hacia los peces sin interrumpir su contacto visual, "los quiero", era lo que transmitían las aquellos gestos del perro.

Jade Dorado (Zhuiling)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora