Al separarnos, no pude evitar contener mis lágrimas mientras reía mirándolo a los ojos, él también lloraba y acariciaba mi rostro al igual que yo. La sensación de su inconmensurable su cariño rodeándome como si me acurrucara en sus brazos, sus lágrimas tan cálidas, sus caricias algo bruscas pero esmerándose en ser delicadas, lo resplandeciente de su sonrisa. Nada en este o en otro mundo puede pagar este momento, nada puede comparársele, nada podría hacerme sentir tan feliz. No me importa lo cruel que puedan ser el destino o el tiempo, la certeza de ser amada es suficiente. Este momento, me hez suficiente.
Salimos de la tienda con cestas en nuestras manos y nuestros brazos entrelazados. Al llegar con los demás notamos que nuestra alegría los sorprendió inesperadamente, tenían sus bocas tan abiertas que era entretenido de ver. Entre todos celebramos con gran bullicio, entusiasmo y alegría. Comimos y bebimos gratamente escuchando historias sobre el Príncipe y sus caballeros. Los veíamos actuar sus historias tan chistosamente sin soltar nuestros brazos, riéndonos conjuntamente disfrutando de la situación.
El sueño me venció cuando ya era muy de noche, no supe nada más hasta la mañana siguiente. Desperté acostada al lado del Príncipe, más bien, abrazada a él. Traté de moverme lo menos que pude, pero era algo difícil, mientras más me movía más me aferraba a él. Decidí quedarme tranquila solo unos cuantos minutos más a su lado, es notorio que no está acostumbrado a dormir muchas horas, y no mataría a nadie dejarlo dormir solo un poco más.
Después de unos segundos, que me parecieron eternos, uno de sus sirvientes entró sigilosamente a colocar un cuenco con una jarra dentro, supongo que con el agua caliente con el que limpia su rostro. Entre señas y algunos extraños movimientos le solicité un libro, un cuaderno y unos lápices, sí iba a estar en esa posición un par de horas debía buscar algo que evitara que le hiciera un agujero en la cara con mi mirada. Este, al volver, los dejó cerca de mi en esta inmensa cama. Los tomé y primero leí un par de páginas, no quería leer el título para sorprenderme con lo que trajo, pero algunas de las afirmaciones del escrito me llenaron de vergüenza y pudor. Cerré el libro con rapidez y leí el título, "Poses sexuales que aseguran el placer durante el acto" ¡¿QUUUÉEEEEEEEE?! ¿Qué les pasa a las personas con su sexualidad en este mundo?
- ¿Qué lees?
- Nada - Arrojé el libro lo más lejos que pude al notar que había despertado. Momento, orgullosa de haber visto Hanna Montana.
- ¿Si? - Seguía aun con sus ojos cerrados y apenas entendía lo que decía.
- Si, vuelve a dormir - Me acomodé para quedar boca abajo mientras él también se acomodaba a mi lado.
- Esta b... - Volvió a dormir tan rápidamente que parecía chiste. Su brazo en mi espalda también parecía una broma. Aparentemente, estaba poco a poco aprendiendo a ser más delicado.
Sin nada más que hacer, tomé el lápiz y una hoja, no me considero una gran artista, pero Ryuk insistía en que una dama debía tener conocimiento en estas áreas. Gracias a su entrenamiento ahora podía dibujar cómodamente algo decente.
Las horas pasaron hasta que ya no podía seguir en aquella cama. Me levanté y salí a estirarme unos momentos. Al salir de la cama el Príncipe estaba tan dormido como un tronco, pero sus reflejos militares pusieron a prueba mis habilidades de sigilo espía heredado de las mejores películas. El aire estaba fresco con un aroma a montaña que invadía la nariz. Estirarme me sentó tan bien.
Sentí unos brazos tomándome de la cintura.
- No estabas en la cama - Me susurró al odio.
- ¡Su Majestad! - Me asusté y brinqué.
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Mi destino como Villana.
Novela JuvenilTodas las historias tienen dos versiones, una linda y radiante llena de bellos sentimientos, y otra fea y lúgubre de la que nadie quiere tomar atención. Constantemente, la vida me enseño que las personas que vivían una buena vida, llena de lujos o...