La fría membrana del demonio, sobresalía de su boca como una lengua de víbora, sobre el cuerpo desnudo de la bruja, quien se retorcía incomoda por la sensación asquerosa, gélida y pestilente del órgano que estaba a punto de invadirla, bajo una espectral y amarillenta luna, los bosques de Valais se teñían de una podrida esencia y un aura tan oscura que harían palidecer a los infiernos dantescos y sus nueve circulos, Quéteb, el demonio de las bestias se deleitaba en un enfermizo ritual de intercambio, con una miserable bruja, la cual prometió en su desesperada posición darle lo más sagrado a cambio de poder, conocimiento y longevidad, el demonio se tomó el tiempo para de forma enfermiza, abrir con su lengua como sí de una navaja se tratara el vientre de la bruja, el asqueroso demonio tenia una mirada obscena y podría decirse satisfactoria al saborear el interior de la mujer, las entrañas sonaban como las tripas de un animal al ser removidas, Quéteb se estaba comiendo su útero, y conforme esto sucedía Miriari la llamada madre quimera, entendía que nunca más seria una mujer ordinaria, pero en su corazón, en su espíritu y su naturaleza jamás lo fue. ¡Estaba renunciando a su sueño!, Miriari se perdía en sus pensamientos mientras la repugnante criatura hacia su trabajo, contemplaba la luz de la luna añorando lo que nunca pudo ser, lo que nunca pudo experimentar plenamente, el amor que la naturaleza le negó, la posibilidad de experimentar el entrañable amor de un hijo, algo que ahora seria más que imposible, de pronto algo la hizo volver en sí, una muchedumbre a lo lejos se acercaba, las antorchas iluminaban los espesos bosques y el galope de los caballos que secundaban al gentío, el tiempo se acababa pronto sus perseguidores echarían mano de ella para condenarla.
-Date prisa no me queda mucho- Decía Miriari con voz temblorosa.
-Fue tu decisión mujer y para darte lo que me pides debo obtener lo que deseo de ti, además sí de todas formas mueres yo sigo sin perder, obtendría de todas formas de ti tus flujos y me quedaría con tu alma como un regalo más, no es tan mala idea después de todo- Haciendo una repugnante mueca a modo de una sonrisa demoniaca mientras mantenía su lengua dentro del cuerpo de Miriari.
-¡Deja ya las bromas! A ninguno de los dos le conviene mi muerte, tu prestigio como Quéteb el demonio de las bestias está en juego, deja de jugar y acaba pronto- Puntualizo la bruja mirando con sus ojos esmeralda a la bestia con furia, quien cambio su sonrisa por una expresión seria y atemorizante.
-He terminado...-Concluyó Quéteb quien ya desde hacia unos minutos había concluido con su rito demoniaco y tan sólo se estaba deleitando un poco mas.
-Ahora has lo que tengas que hacer, despreciable mujer- Dijo Quéteb con su voz cacofónica llena de desprecio a la vida misma.
Dicho esto, Miriari observo como el demonio retiraba su asquerosa lengua del interior de su vientre, tras gesticular dolorosamente logro ponerse de pie, mientras sus cazadores se aproximaban con rapidez, sostuvo con ambas manos la herida provocada en su vientre, parecía que estaba deteniendo la hemorragia, pero en realidad estaba concentrando todo el liquido vital el cual sobresalía de ella, se asemejaba a un caldo espeso; Miriari miro a la luna espectral en los cielos y elevo sus manos con la sangre empozada en ellas, la cual reflejaba la luz del astro, como si ambos elementos se combinaran para hacer una sombría armonía.
-"Que la bendita matriz de la tierra me reciba y así me transmute en poder y longevidad, y de fuerza en mi carne, en mis huesos, mis tendones, mi piel, que todo ese poder nutra mi cuerpo que el dios oscuro del (planeta oculto) reciba mi espíritu y me de muerte, para regresarme a la vida en forma de una criatura nueva concebida, para hacer la voluntad de aquel al que entregue mi alma"- Diciendo esto Miriari recorrió su cuerpo tiñendo su piel de su propio liquido vital, contenido en sus palmas, la sangre camino desde su cabeza hasta los pies, al caer al suelo, la tierra empezó a moverse por cuenta propia, como sí de un órgano latiente se tratara como respondiendo al tributo que la bruja había ofrecido, Miriari cerro sus ojos sintiendo como una cálida energía calentaba su cuerpo, como la tierra misma palpitaba, Quéteb observaba absorto el ritual y el cuerpo de la mujer con gestos grotescos y lascivos, sus ojos estaban sobresalidos como los de un sapo, movía su lengua negra fuera de su boca de reptil la cual no podía cerrar completamente.

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Miriari (Siete Cuentos)
Mystery / ThrillerLucerna 1698, Miriari Blem es una bruja la cual intenta recrear la vida a partir de sus ensayos químicos en su laboratorio clandestino bajo un sótano. Su más ferviente deseo radica en tener y preservar una familia, pero la vida le ha privado del p...