Capítulo 11. Atrapada en la librería Logos.

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     La primera semana de clases pasó, era sábado en la mañana y el viaje de mi papá se pospuso para este mismo día debido al clima lluvioso que había en Los Ángeles

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     La primera semana de clases pasó, era sábado en la mañana y el viaje de mi papá se pospuso para este mismo día debido al clima lluvioso que había en Los Ángeles. Ya estaba de salida y me lo encontré bajando las escaleras.

     —Papá.

     —Mi amor.

     Llegué a abrazarlo.

     — ¿Listo para tu vuelo? —pregunté con un dejo de preocupación por saber que lo tendría lejos.

     —Sí, cariño, mi vuelvo sale en una hora, pero antes, tengo una sorpresa para ti.

     Las sorpresas en ocasiones me ponían nerviosa, no me gustaban, eran como tomarme desapercibida y sentirme así no me agradaba.

     — ¿Una sorpresa?

     —Acompáñame, ya debió haber llegado —me tomó de la mano y me guio a la entrada de la casa.

     Fruncí las cejas, confundida ¿Quién llegó?

      Al salir casi se me va el corazón a los pies al encontrar un Mazda 3 último modelo color rojo. Por todos los libros que leo.

      Mi padre me observó y mi mirada seguía expresando conmoción.

     — ¿Y esto? —apenas pude articular.

     —Es tuyo, hija, creo que es momento de que te muevas sola, y confío en que lo harás con responsabilidad.

     Tenía mi boca abierta, incrédula. Desde hace mucho que había renunciado a las clases de manejo.

     —Papá... —suspiré aún sin palabras coherentes—. No sé qué decir.

     —Yo sí, tenemos que agrandar la cochera, ya son tres autos con este.

     Mis hermanos salieron de la casa en ese momento y miraron el coche nuevo.

     —Wow —canturreó Adam con las manos en las caderas—. Papá dime que vamos a cambiar mi auto por este, aunque lo hubiera preferido negro.

     Mi padre sonrió y dejó escapar una risita.

     —Tú tendrás el mismo, este es para Aurora.

     —Eso es estupendo —dijo Rachel—. Está increíble.

     Mi padre me entregó la llave en mi mano. Santo cielo, necesitaba un llavero para esta llave, la de Ronald y la de mi casa, no pensaba traerlas sueltas.

     —Aurora, anda ve a estrenarlo —me animó Rachel, sacudiéndome los hombros con sus firmes manos.

     Mi ansiedad se fue a las nubes.

     —Uhm... más tarde.

     —Papá el boleto, tu vuelo sale a las doce así que hay que irnos ya —le recordó Adam.

2º COLISIÓN: para siempre te protegeré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora