México, Septiembre 2020.
La tarde llegó minutos después de que la banda terminase de ensayar la última canción del set list. Samantha se quitó los in ears casi al instante y se dirigió a su camerino entre risas, mientras observaba como Diego y Bruno, su pianista y su guitarrista, coreaban los temas prácticamente a los gritos, evidenciando la emoción que todos en el equipo tenían por el comienzo del tour. Llevaba casi tres años sin pasar por latinoamérica con una de sus giras y tanto ella como sus colegas de la banda estaban eufóricos, contando los días para volver a tocar en cada una de esas ciudades que, sin dudas, les habían robado el corazón tiempo atrás en su primera gira por la región.
Tomó asiento frente al amplio e iluminado espejo de su camerino con la intención de descansar unos segundos, bebió un par de tragos de su botella de agua, buscó sus pertenencias que anteriormente había dejado allí y se dispuso a salir hacia el bus que trasladaba a toda la banda. Pero su amiga y también asistente apareció por la puerta antes de que pudiera marcharse, la rubia la miró con una sonrisa, mientras que la más joven se acercó hasta ella y se sentó a su lado con un semblante serio, dejando en claro que algo no andaba bien.
Martina era una de las mejores amistades que Samantha había hecho desde que inició con su carrera. Ella era su confidente y su aliada en todo. La conoció en su primer tour por latinoamerica unos años atrás, concretamente en Argentina, cuando Sergio, su manager, la contrató para que fuera su asistente personal, pues debido a la cantidad de trabajo y viajes que la rubia realizaba prácticamente todos los días, necesitaba una persona que pudiese organizar su itinerario, así como también acompañarla a eventos y entrevistas.
—¿Qué haces?
—Nada, solo descanso un poco. Estuvo bastante intenso hoy, eh. —respondió dejando la botella de agua sobre la mesa.
—Estamos todos muy nerviosos. —dijo imitando la típica frase de su amiga y ambas rieron por un momento— Escucha, vine a decirte algo importante.
—Dime. —pidió, sabiendo de antemano de lo que podría llegar a tratarse.
—Hace un rato estaba en el pasillo y lo escuché a Sergio hablando por teléfono. —respondió sin rodeos, viendo como la rubia rodaba los ojos, como si ya se esperase que tuviera algo que ver con él.
—¿Qué hizo ahora?
—Me pareció que estaba hablando con tu contadora, le dijo algo así cómo: "No dejes que nadie se entere de esto, te voy a pagar lo que me pediste, pero hazlo bien" —soltó con una mezcla de nervios e incertidumbre, notando como el gesto de su amiga se volvía tenso y una mueca de pánico y asombro se hacía cada vez más presente— Y luego de unos segundos cortó y se fue en su auto, no escuché muy bien por el ruido de la música pero estoy segura de que estaba hablando con ella. Sólo sé que repitió el nombre de la chica un par de veces: "Carmen".
La valenciana sintió rabia e impotencia, al mismo tiempo que se daba cuenta de la gravedad de aquél asunto, a medida que pasaban los segundos. Sus manos comenzaron a sudar y su piel se tornó pálida. Sintió como la temperatura de su cuerpo disminuyó y comenzó a marearse. Por un momento creyó que se desmayaría ahí mismo. No podía ser posible que el hombre al que le había confiado durante años su carrera, su trabajo y prácticamente su vida, la había traicionado de esa forma. Aquella persona que siempre había admirado, casi como a un padre, había decidido que le importaba más su codicia y su ego que la relación de amistad que mantenía con la cantante. Pero no podía dejarse llevar solo por una suposición, necesitaba confrontarlo, mirarlo a la cara y pedirle una explicación a lo que su mejor amiga acababa de decirle.
—Si es ella. Carmen es quién administra mi dinero. Sergio la está usando para robarme, Martina. ¿Cómo es posible? —soltó con la voz trémula, sin entender lo que estaba sucediendo.
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Vuelta a empezar | flamantha
FanfictionEn un pueblo a las afueras de Valencia, una Samantha de diecisiete años que acababa de terminar bachillerato, vivía en la constante batalla entre su sueño de dedicarse a la música y su familia. Aunque era su padre el que verdaderamente la sobrepasab...