CAPÍTULO X

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Hay un capítulo antes de este. Si no lo has leído, ¡corre!
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Thalía casi sintió como el aire de sus pulmones la abandonaba al echarles ojo a las dos figuras plantadas en el salón de su segunda casa.

Sus ojos dieron de lleno con aquellos casi gemelos que tanto había deseado volver a ver.
Las palabras se le quedaron atragantadas en la garganta.

Brina frunció las cejas entre curiosa y algo molesta por la reacción de su mejor amiga, dato que no pasó desapercibido por la tercera mujer de la sala.

Algo dentro de ella se removió al ver como Deimos le sonreía a la rubia y esta se sonrojaba levemente.
Carraspeó suavemente llamando la atención de los presentes.

− Llegas tarde -

− No sabía que tenías visita – replicó su amiga alzando las cejas.

− No te hagas ilusiones, ya se van -

Deimos abrió la boca para decir algo, pero volvió a verse interrumpido, esta vez, por los rápidos pasos de un pequeño torbellino que corría escaleras abajo.
El corazón de Brina dio otro salto.

El diminuto cuerpo de Calla impactó con las piernas de su segunda hermana mayor, quien soltó una gran carcajada.

Todo rastro de alegría se disipó de ambos cuerpos al ver la mirada que la mayor les dirigía.
Thalía carraspeó nerviosa, cogiendo la mano de la pequeña y mirando a su mejor amiga con ojos culpables.

− Calla ... - la versión mini de la morena abrió los ojos como platos.

− Lo siento. Es que he escuchado a Lía y quería darle un abrazo – dijo haciendo un puchero que derritió el corazón de todos los presentes.

Brina se mordió el labio. Odiaba que su hermana pusiera esa cara, era imposible resistirse a ella.
Suspiró hondo poniendo los ojos en blanco.

− Bibi tiene que hablar de cosas de mayores con nuestros invitados, C – comentó señalando a la otra pareja de hermanos que se mantenían incómodos en mitad del salón.

Por supuesto Calla recordaba a Deimos, su ojos como platos y su boca abierta disipaba cualquier tipo de duda.
Aún sujetando la mano de su casi hermana mayor, susurró:
− El friki del bosque -

Thalía y Brina se paralizaron, Deimos frunció el ceño y Dánae soltó una carcajada.
Los ojos entrecerrados del hombre se dirigieron hacía la morena en la que tanto había pensado, quien sonrió incómoda y se encogió de hombros.

− Me encanta esta familia – Dánae rompió el silencio secándose una lágrima invisible de la mejilla.

− A mi me encantan tus ojos – contestó Calla.

La mayor la miró desde lejos y, no acostumbrada a tratar con niños, le dio una sonrisa que le salió más a una mueca.
Súbitamente, Calla empezó a acercarse a ella, aún tirando de la mano de la rubia, haciendo que Dánae retrocediera con una sensación de terror que nunca antes había experimentado.

El cuerpo de Brina se tensó. Ni siquiera la mirada tranquilizadora que Thalía le envió sirvió de algo.

A menos de un metro de distancia, Calla alargó su diminuta mano en la dirección de la única persona de la habitación que no conocía.
Haciendo acopo de todo su autocontrol, Dánae entrelazó sus dedos con los de la criatura frente a ella.

− Está bien, no tienes que tenerme miedo. Soy de Fuego pero prometo que no te haré daño – dijo Calla derritiendo el corazón de su hermana mayor.

Dánae contuvo una sonrisa.
Se agachó a su altura, colocándole un mechón de su rizado pelo detrás de la oreja y soltando un suspiro.

En la otra punta de la habitación, ambos hermanos mayores contemplaban la escena absortos en sus propios pensamientos.
Deimos miró a Brina.
Tenía una mirada difícil de explicar, una mezcla entre orgullo, terror, desesperación y cansancio que no pasó desapercibido ante él.

− ¿Cuánto tiempo llevas sin dormir bien? - le preguntó.

− Y a ti qué más te da -

Levantó las cejas con sorpresa. La última vez que se habían visto tenía una actitud completamente diferente a la actual.
La Brina divertida y sarcástica a la que le prestó una chaqueta jamás le habría hablado de esa manera tan fría y distante.

Hay que conocer todos los aspectos de una persona antes de decidir si te gusta o no.
Las palabras que alguna vez le dijo su madre hicieron eco en su cabeza.

− No me habías dicho que tenías una hermana – soltó de repente. Girándose por fin y haciendo que marrón y azul se encontraran.

𝑺𝒆𝒓𝒆𝒏𝒅𝒊𝒑𝒊𝒂 ~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora