Parte II

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El celular empezó a sonar, indicándome que una llamada estaba esperando a que contestara.

– ¿Sí?

– Señor Sehun. Soy el propietario de su casa. No podemos pagarle por transferencia. Tuvimos unos problemas con el banco y tuvimos que retirar todo el dinero... Sí podría pasarme su dirección para hacerle llegar el dinero. Disculpa de antemano por la noticia que le traigo.

– No se preocupe. Cuando llegue a casa le envío por correo la dirección exacta de la casa.

– Muchas gracias, Señor Sehun... De verdad lo lamentamos, en cuanto solucionemos el problema, volveré hacerle las transferencias como desde un principio.

– Descuida. Qué tenga buen día.

– Igual usted, señor.

Un año había pasado. Cincuenta y dos semanas... Mi progreso había mejorado desde entonces, estaba dando clases en dos universidades en la cuales me pagaban muy bien. La pequeña casa que había podido comprar hacía unas semanas, estaba más que cómoda para una sola persona.

Agarré el café para echarle unas cuantas cucharadas a la cafetera. Un poco de café antes de leer estos informes de los estudiantes. Cogí la laptop y le envié la dirección exacta al señor Kim.

Después de unos minutos, observé mi colección pequeña de relojes de arena en muro divisor de la cocina con el comedor. ¿Podría vivir en un mundo donde el tiempo se detenga? ¿Dónde las agujas de los relojes tomaran un descanso por un determinado tiempo?

– ¿Sería posible? – susurré con un sonrisa en el rostro.

Preparé mi café sentándome en la mesa para empezar con mi trabajo. Revisé, revisé y corregí algunos detalles. Pensando en cada rostro de mis estudiantes. Había uno que con su inocencia me recordaba a Luhan, sólo que, se diferenciaba el color de su cabello. No era rubio...

Era un buen joven dedicado a sus actividades. Puntual, sincero y con un pudor de cinismo brotaba al hablar. Podrían ser hermanos... Sólo que no recordaba que Luhan tuvieran algún hermano lejos. Lo que conocía de él, era suficiente para no tener esa opción a flote.

...

El reloj marcaba la siete en punto. Noche completa pero cálida. El cielo nocturno despejado de alguna nube grisácea, dando esa libertad a las estrellas para brillar como... sus pupilas.

El timbre sonó. Me levanté para alejarme de la terraza. Divisé un vehículo, muy parecido al de mi hermano. ¿No se suponía que el llegaría mañana? Bajé con suma tranquilidad, sí quería que abriera tenía que ser paciente. Mi hermano nunca consideraba esa advertencia mía.

– ¡Sehun! – fue lo que escuché tras abrir la puerta. Su cuerpo se abalanzó a mí como si su vida dependiera de ello – Maldito, sucio, miserable, egoísta...

Ese perfume...

Bajé la mirada y mis dedos se encontraban enredados en la melena dorada que me había permitido olvidar en alguna ocasión.

– ¿Cómo pudiste ser tan orgulloso en tu maldita vida? – sollozó el chico de melena dorada.

Todavía conservaba sus reflejos grisáceos...

Las palabras se sostuvieron en mi laringe para no perderse en el aire. ¿Qué debía decir?

– Joder, idiota habla. Contéstame la pregunta. ¿Cómo fuiste capaz de alejarte de mí?

– Luhan... – susurré mientras se apartaba de mí. Cerró la puerta y caminó observando la nueva casa que habitaba, secando sus lágrimas.

– ¿Vives sólo? – preguntó con frialdad acercándose al gran mueble de la sala.

The Sands of Time [HunHan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora