Para cuando Xiang Wenhao finalmente abrió la puerta de la escalera y entró en el pasillo, sintió como si hubieran pasado cien años.
Llegó a la puerta de su apartamento, metió la mano en el bolsillo y sacó la llave. La insertó en el ojo de la cerradura y la giró, pero no se movió.
Frunció el ceño y examinó la llave que tenía en la mano bajo la tenue luz amarilla del pasillo.
¡Esta definitivamente es la llave!
Volvió a insertar la llave en el ojo de la cerradura.
No se movió.
Xiang Wenhao solo sintió una ola de ira en su corazón. Sus órganos internos gestaron tempestades en ríos y mares cual sopa de arroz hirviente.
La continua mala suerte de los últimos días casi lo aplastó y ahora finalmente había llegado a su punto de ruptura.
Pateó violentamente la puerta, después aventó algunos puñetazos más.
Sus huesos ardieron dolorosamente, pero la frustración reprimida en su corazón se redujo enormemente y por un momento se sintió un poco renovado.
Respiró hondo, con la intención de cambiar de ángulo y practicar "boxeo".
¡Sin embargo, tan pronto como se dio la vuelta, se encontró con la sombra oscura de un fantasma frente a él!
La sombra no estaba a más de un centímetro de la punta de su nariz. Tenía un aspecto feroz, como si en el siguiente segundo se le fuera a lanzar encima.
—¡Zhou Zimo!
Xiang Wenhao soltó un grito y retrocedió tres pasos, presionando su espalda contra la fría pared.
Solo entonces vio que lo que estaba frente a él no era más que un bonsái alto.
Pero no había ningún bonsái en la puerta de su apartamento.
Se quedó perplejo por un momento, entonces de repente se le ocurrió algo y giró la cabeza para mirar la pared.
Allí, claramente escrito con pintura roja: 16.
Xiang Wenhao una vez más se paró en la escalera.
De alguna manera, no sabía si reír o llorar.
Resulta que cuando las personas tienen mala suerte, suben un piso menos al subir por las escaleras.
Cada piso del edificio de apartamentos tenía cuatro metros de altura, con escaleras dobles que abarcaban diez escalones por cada cuarto de vuelta. Cada piso tenía un total de veinte escalones.
Después de que Xiang Wenhao subiera los diez escalones, dobló una esquina y planeó seguir subiendo los diez restantes.
Pero instantáneamente pareció haber sido alcanzado por un rayo. Se quedó completamente rígido en su lugar.
En la pared izquierda, había tres grandes palabras escritas en rojo sangre:
¡Devuélveme mi vida!
Toda la pared estaba llena de estas tres palabras, formando una masa ensangrentada, como una enorme y horrible boca abierta.
Parecía que se despegaría de la pared en cualquier momento y se convertiría en un cadáver rígido y desmembrado.
La sien de Xiang Wenhao palpitó.
Trató de gritar, pero cuando abrió la boca, descubrió que tenía la garganta tan ronca que no podía pronunciar palabra.
Recordó la cara de Zhou Zimo que un cuchillo cortó hasta lo irreconocible, la cara que después se cosió con un grueso hilo negro.
Esa cara se rio entre dientes.
"Hao~~ qué hago ah~~~".
"No puedo encontrar mi ojo derecho~~~".
La garganta de Xiang Wenhao exprimió una serie de gemidos roncos. Se abrazó la cabeza y corrió como loco.
Corrió por el pasillo, pateó y golpeó mientras abría la puerta de su apartamento, luego la cerró con fuerza y le puso pestillo.
Entró en cada habitación, una por una, y encendió todas las luces.
Cerró las cortinas y subió el volumen del televisor.
Luego de eso, se arrojó sobre la cama y se envolvió completamente con la colcha, mostrando solo dos ojos horrorizados.
Después de terminar todo esto, Xiang Wen Hao jadeó, contemplando inmóvil el techo, como si quisiera crear dos agujeros.
Su mente ya estaba hecha un desastre. Desde el interior del sonido de la explosión, algunas de las escenas fragmentadas volaron y se entremezclaron en una gran red deslumbrante que lo dejó sin aliento.
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El ascensor (电梯)
Horror"En un aspecto, sí, creo en fantasmas, pero nosotros los creamos. Nos perseguimos a nosotros mismos". Laurie Halse Anderson, Frío (2010)