IX

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—¿Qué dices Pichoncito?–.

Zenitsu terminó aceptando aunque no tan al fondo de su ser siguiera la duda taladrando su pecho y mente al creer que aún había una posibilidad de que el bebé no fuera de Tengen a pesar de los tiempos y descuidos.

—Ya verás, seremos los padres más increíbles– al menos por ese día podría estar alegre de ver que su albino se regocijaba con la decisión.

De entre todas las dudas que surgían en la mente de ambos una de ellas saltó con más violencia ¿Cuándo se lo dirían a Jigoro? No lo han vuelto a ver desde la ceremonia de graduación.

Las llamadas son frecuentes pero muy cortas y era evidente que Jigoro tomaba a mal que de pronto Zenitsu no quisiera visitarlo en la escuela o en casa, ni siquiera asistieron a la pequeña celebración que hicieron cuando Kaigaku por fin adoptó el apellido Kuwajima y comenzó a prepararse para ser el nuevo director de la academia de música.

—Me gustaría decírselo a mi abuelito–.

—¿Decirle todo o sólo lo bueno?– no quería arruinar el momento hablando de ello pero Uzui seguía convencido de que Jigoro no sería un hijo de perra que ante pondría su escuela a Zenitsu.

Esperaba que pudieran hacer algo contra Kaigaku en lugar de sólo alejarse y esconderse de ambos.

—Sólo lo bueno. Estoy engordando pero porque está creciendo un bebé ahí dentro... pronto se notará mucho más– seguramente el tiempo se pasaría volando, pronto cumpliría el cuarto mes.

—¿Qué tal invitarlo a cenar? Cocinaré algo elegante pero extravagante–.

—El apartamento es un desastre al igual que tú en la cocina–.

—Hieres mis sentimientos–.

—Hieres mi estómago ¿Quieres matar dos pájaros de un tiro?–.

—Está bien pichón, yo ordeno y tú cocinas–.

Zenitsu tomó su celular y estuvo a nada de comenzar una llamada, el pánico que de pronto lo atacó casi le hace aventar el celular lo más lejos posible.

—¿Prefieres que yo lo haga?– tampoco esperó respuesta, Tengen marcó y puso el altavoz antes de que Zenitsu pudiera negarse. Aún así ambos se encogieron cuando escucharon la voz del hombre después del segundo timbrazo.

—¿Sucede algo Uzui? No es común que llames–.

—Suegrito, quiero invitarlo a una cena familiar, hay buenas noticias que contar–.

Jigoro prefirió ignorar que fue llamado suegrito a pesar de las muchas veces que le ha pedido que no lo haga.

—No lo sé, últimamente hay muchas cosas que hacer–.

—Zenitsu cocinará–.

—Pero las puedo dejar de lado, ahí estaré con gusto–.

Eso le dolió a Tengen más que cualquier bastonazo que el viejo le haya dado porque el rubio a su lado se empezó a burlar en silencio.

—¿Oíste eso Kaigaku? Mañana hay cena familiar en casa de Uzui–.

Ambos se congelaron al instante, nunca pensaron que Jigoro estuviera junto al azabache y mucho menos esperaban estar también en altavoz.

—Lo escuché, será bueno volver a probar algo que haga Zenitsu– el estómago del mencionado se revolvió con tan sólo volver a oír la voz de Kaigaku.

—Bien, ahí estaremos para la cena–.

Jigoro colgó. No esperó detalles ni explicaciones, ni siquiera les permitió elegir el día o la hora y mucho menos les dejó buscar la forma de que el azabache no pusiera un pie en su hogar. Era como si no quisiera darles oportunidad de escapar y tampoco podían culparlo.

Posiblemente padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora