✈️❤️

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Decir que el chico sentado al lado suyo era hermoso, era decir lo poco. Al menos eso era lo que pensaba Mew Suppasit en ése momento, cuando compartía su espacio personal con un hombre absurdamente perfecto, en un vuelo de más de veinte horas con destino al país del amor.

Cabello rubio, ojos claros y brillantes como las estrellas de media noche y una piel tan nívea como el algodón. Esos eran los detalles que Mew había contemplado a primera instancia, pero sabía que había más de esa belleza que no estaba a simple vista, y eso lo inquietaba muchísimo.

Trató de mantenerse sereno en su asiento, ignorando todo a su alrededor para no seguir torturándose con la existencia de su vecino de asiento, pero le resultó bastante difícil, puesto que el joven rubio parecía también estar interesado en él.

Mew lo notó por la manera en que movía su rodilla para rozarla con la suya, y por como le lanzaba miradas llenas de picardía muy de vez en cuando, acompañadas de sonrisas que alcanzaban a dejar ver sus pulcros dientes blancos. Y eso lo estaba volviendo loco. Muy, muy, muy loco. Porque Mew tenía un problema, y era que estaba casado por todas las de la ley y tenía dos preciosos hijos con su esposo. Por eso sentirse tentado por ése hermoso chico lo hacía sentir muy mal.

¿Pero qué podía hacer?

Era consciente de que su esposo era la mejor persona en la faz de la tierra y que engañarlo sería una muy mala idea, pero tenía a pocos centímetros al hombre de sus fantasías más oscuras y su cuerpo había tomado el control sobre él, dejándolo sin poder hacer nada para contenerse ante la situación.

Era eso, o una excusa muy mala que se había inventado justo en ése momento para tener la libertad de hacer lo que quisiera y que la culpa pesara menos en su interior. Y obviamente, sabía que era la segunda, pero aún así decidió obviarlo para no tener que sobre pensar mucho sus acciones o terminaría perdiendo la oportunidad de tener a ese perfecto hombre sobre su polla.

Y él, definitivamente, quería a ese rubio moviéndose sobre su hombría empalmada.

No tuvo que decir mucho, y cuándo menos lo supo ya se encontraba en el angosto baño del avión, besando apasionadamente al rubio mientras éste acariciaba audazmente su hombría ya despierta y dispuesta.

Su mente era una nebulosa de pensamientos contradictorios. Estaba entre un Si y un No. Entre lo que era correcto y lo que no. Pero una vez más corroboró que el deseo y la pasión eran más fuertes que cualquier remordimiento que le pesara en ése momento.

No había más por decir, solo mucho por hacer.

Siguió besando al apuesto rubio mientras sus grandes manos masculinas vagaban sin rumbo fijo por el cuerpo frágil y dotado del contrario. Su pecho macizo y su abdomen plano fue lo que volvió loco a Mew. Su piel de porcelana era tan deliciosa al tacto que se sintió a correr en cuanto sus romos hicieron contacto directo.

- Délicieuse... - gimió casi inaudible el rubio.

Aquel timbre de voz tan agudo como sensual hicieron que el miembro ya despierto de Mew se agitara con emoción. Cada susurró caló hasta lo más profundo del moreno, haciéndolo sentir incapaz de separarse de ése cuerpo aunque quisiera hacerlo.

Afortunadamente para ambos, Mew no quería separarse nunca.

El Francés, por otro lado, se sentía igual o más afectado por la oleada salvaje de pasión que el mismísimo hombre bajo su cuerpo. Sus piernas temblando por necesidad y su cavidad exigiendo silenciosamente una intromisión pronta. Y ni hablar de su propia virilidad, que quemaba en ardiente deseo por ser tocada y consentida.

Era tanto el afán de ambos que ni siquiera les importó saber sus nombres o algo más de lo estrictamente necesario. Solo necesitaron saber la disposición del otro para darle rienda suelta a sus más bajos instintos.

Mon ciel ➻ Mewgulf.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora