Miré por última vez el billete de avión y creí por fin estar seguro para dar el paso a esta nueva etapa de mi vida. Había estudiado mucho todo este tiempo atrás para que ahora unas cuantas dudas amenazasen con estropearlo todo, esto era uno de mis sueños. Gracias a las notas de matricula de honor que obtuve en el instituto, conseguí una beca de estudio en una de las mejores universidades de Los Ángeles. Aunque a mis padres no les hizo tanta ilusión como a mi, al final tuvieron que ceder dada mis ganas de abandonar Madrid. Para lo que a muchos esta ciudad era el paraíso, para mi era todo lo contrario. Nunca encontré a alguien con quien sentirme identificado, en clase, era el típico chico al que todos se acercaban si solo era para pedir apuntes, por lo que mi circulo de amistades nunca se cerró ...porque tampoco estuvo abierto. ¿A quien quiero engañar? ¡Ni dicho circulo existió!, he de admitirlo, nunca he tenido un mejor amigo, solo conocidos. De relaciones amorosas... mejor ni hablar.
-Guillermo...¿Estas seguro?- Preguntó mi madre, en su interior suplicaba por que me quedase. -Aún podemos cancelarlo...-
-Si...- Respondí nervioso, tuve que cortarle si no quería ponerme peor.
-Si...¿que?- Repitió mientras su cara se iluminaba a causa de la alegría. -Lo sabía... era muy lejos, sabía que de verdad querías quedarte aquí, aun podemos encontrar una universidad cerca de casa...-
-No mamá, estoy seguro de que quiero irme.- Tuve que cortarle de nuevo antes de que siguiese. Cierto era que me iba muy lejos de Madrid, pero no podía quedarme, ya no.
-Ah... pues entonces será mejor que nos despidamos ya, amenos que quieras perder el avión, el vuelo saldrá en unos minutos.- A través de su sonrisa fingida, pude ver decepción, su lucha por que me quedases había terminado. Esperando que esto le calmase más que una simple respuesta.
Desde que el avión despegó no paré de imaginar como sería mi nueva vida en Los Angeles, había alquilado un apartamento a un empresario español, aunque mi nivel de inglés era demasiado bueno, no quise arriesgarme, pensé que sería mejor alguien con quien pudiese entenderme a la perfección si había problemas en mi nueva casa. El apartamento ya era habitado por el hijo del propietario, de quien no sabía casi nada, solo que su nombre era Samuel y era mayor que yo cuatro años, lo que me incomodaba bastante, hubiese preferido vivir solo, pero el alquiler habría ascendido considerablemente y no podría pagarlo, por lo tanto tendría que hacer un esfuerzo. El vuelo se hizo demasiado pesado o quizás eran mis ganas de llegar.