14 de febrero, uno de los peores días para mí, o bueno desde que no lo tenía conmigo a mi lado; yacían en mi cabeza los recuerdos de aquella noche donde por primera vez admitía lo idiota que fui al dejarlo ir. Nuestra amistad para algunos no era normal, siempre estábamos juntos, nos abrazábamos pero de eso no pasaba, recibía burlas de parte del grupo y aquello me acobardaba porque veían en mí algo que no quería que se viera, no era necesario ventilar que me iban los hombres y no lo contrario, y mucho menos expresar el supuesto amor secreto que le tenía a Nicolás; lo cual era cierto. En aquel vestuario luego del partido contra Colombia fue testigo del desahogo que él tuvo conmigo, confesó sentir amor por mí y mi corazón dio un giro inesperado, sentía alegría de saber que era correspondido, aun así las palabras que quería manifestar no salieron y en su lugar las más hirientes que podrían existir, 'tiraste la amistad a la basura por un absurdo amor que no sirve' '¿Justo tenía que ser yo Nicolás?', le había echado toda la culpa a él y me lave las manos siendo yo el causante; desde ese día que no me habla más. Lo extraño un montón pero acá estoy acostado abrazando una almohada imaginando que es Otamendi mientras me replanteo las cosa que hice.
-¡Alejandra Darío Gómez!-se escuchó la voz de mi mujer-¿Enserio vas a estar metido ahí hasta que termine el día? Dale Movete.
-No me molestes, sabes bien que odio esta fecha-le devolví el grito.
-Papu así no vas a recuperar el amor de Nico-levanté mi cabeza encontrándome con su cuerpo apoyado sobre la columna que yacía a un costado-¿Qué? Vamos Papu te conozco hace años, aparte ante la ley sigo siendo tu esposa así que mucho no podes decir. Puedo percibir ese enamoramiento que le tenes a Ota, no me lo niegues porque todo el mundo lo sabe incluso hasta él, ¿Me vas a contar que paso aquella vez?
-Es raro, los chicos me cargaban con él, no sé, decían que estaba enamorada y cosas por el estilo, me acobardé, no quería mostrar esa faceta de mi vida todavía aun sabiendo que se trataba de mis amigos, después del partido todos se fueron al micro quedando Nico y bueno yo dentro del vestuario todavía cambiándonos, va yo ya estaba pero quería esperarlo a él, no sé cómo salió el tema pero se declaró frente a mí, me dijo cosas realmente hermosas y yo como un pelotudo la cagué, le dije que había arruinado nuestra amistad por su estúpido amor; no me habla, no me manda mensajes, no nada. Antes no odiaba este día porque te tenía a vos, aun sigues ahí, pero ahora que él no está me es indiferente. Perdóname.
-No hay nada que perdonar, como te dije ya lo percibía desde hace tiempo pero no quería admitirlo. Fuiste un idiota lo sabes bien a eso pero estando en una cama abrazando a una almohada no sirve de nada-se sentó en la cama e imité su acción-¿Jugas el jueves verdad?
-Sí, ¿Por qué? Supongo que hoy tenemos libre y volveremos mañana a la rutina-contesté simple.
-Me parece perfecto, porque ahora mismo voy a sacar un pasaje de vuelo para que vayas a Portugal y recuperes de alguna forma el corazón de Nico, mejor dicho sanarlo-sonrió, agradezco tenerla y saber que no la lastimé como pensaba que lo hacía-prepárate que te vas de viaje.
-Espera, no me puedo ir sin regalarle algo, y bien sabes que no se me da bien eso-suspiré, ¿Siempre vas a tener problemas Alejandro?
-Estoy 3 casilleros adelante que vos, sabía que ibas a decir eso-salió de la pieza, supongo que a buscar algo-toma, dale esto cuando llegues a su casa.
-No me va alcanzar la vida para agradecerte todo lo que haces por mí, enserio sos un gran amiga, compañera y sobre todo mujer-la abracé-nuevamente perdón por tener que estar pasando por esto.
-Deja de hacerlo porque no es necesario, ya te lo dije-sonrió-anda a bañarte porque voy a buscarte un vuelo.
Ingresé a la ducha para relajarme y quizás armar una presentación en mi cabeza, buscar las palabras justas y tratar de remediar lo sucedido, solo espero que salga como lo está planeado, no me aguantaría hacer un escándalo y quedar en ridículo frente a todos. Salí de aquel espacio relajante y volví a la habitación para cambiarme. Linda entró llevando unos papeles en su mano, me los entregó con una sonrisa plasmada en su rostro; realmente es la mejor amiga que podía tener, más allá de que sea mi mujer, es la mejor que puede existir. Divisé esos papeles, constaban de la hora de vuelo y lugar que ocuparía en el avión, ventanilla. Por vez número mil la abracé, agradeciendo por absolutamente todo. Hora de Sevilla, 9 de la mañana; demasiado temprano, aquel avión salía a las 10:30, por lo que tenía que salir corriendo para salir de allí.