Capítulo 39. Buena impresión

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Narrado por Nicolás.

Me siento la persona más afortunada del mundo y estoy completamente consciente de que nunca me voy a sentir tan afortunado como me siento hoy. Esta etapa de mi vida no será eterna así que la estoy disfrutando al máximo.

Han pasado dos semanas desde la primera vez que habité este lugar, este departamento que muy rápido se ha convertido en un pedazo de cielo. Aquí es el único lugar donde puedo demostrarle al amor de mi vida lo que siento, aquí puedo ser yo, sin ningún miedo. El departamento entero se ha convertido en mi nueva zona de confort.

Mi amor cada día es más enfermo y cada vez pienso menos. Estar aquí encerrado con Edgar me está curando de ese horrible habito de pensar demasiado las cosas. Hablo sin pensar, actúo por impulso, beso a Edgar de la nada si se me da la gana. Ya no me importa nada que no sea él.

Durante todos estos días hemos dormido juntos, es perfecto. Pasamos las noches abrazándonos y llenándonos de besos hasta altas horas de la noche, tenemos pláticas sin sentido, ataques de risa que vuelven a terminar en besos. Y por las mañanas es lo mismo, la primera persona que veo es Edgar, la primera voz que escucho es la de Edgar y todo esto en una cama de verdad. Esa fue mi primera compra.

Ya hemos avanzado bastante con todo ese asunto de amueblar el departamento y hacer que luzca como un verdadero hogar. Amueblar, decorar, comprar las cosas del hogar sin endeudarte, todas esas cosas de la vida adulta, la escuela nunca te prepara para eso, pero se aprende rápido.  En estos tiempos todo eso es más sencillo, los muebles se venden en lindos conjuntos y sólo eliges el que más te guste, al igual que las cosas para el hogar, todo tiene un área y todo se vende casi siempre en lindos conjuntos. No es tan difícil.

Aunque la participación de Edgar a la hora de elegir los muebles fue casi nula. Me acompañó pero estoy seguro de que lo hizo solamente para no quedar mal conmigo. Me dejó escoger todo sin ni siquiera opinar al respecto, no le importaba una mierda si los muebles de la sala eran de madera oscura o clara.

Pero pensándolo bien, no me molesta que me haya dejado encargarme de toda la decoración y la compra de los muebles, al contrario, le agradezco que me haya dejado encargarme de eso, pues a mi parecer el departamento me ha quedado divino.

Sin darme cuenta me he convertido en la típica “mujer del hogar”, esa que prepara comidas exóticas que ve por internet, la que en su mente tiene un detallado inventario de todo lo que hay en el hogar, la que compra portavasos porque combinaban con los platos. Esa mujer, recién casada y feliz, soy yo. Así me siento.

Y el único problema que he tenido en mi hermosa vida de mujer recién casada ha sido Nicolás. Sí, el endemoniado gato de Edgar. Ya no es tan pequeño, ha crecido y ha engordado un poco. Desde que llegó al departamento se ha adueñado completamente del lugar y anda en una etapa de hiperactividad insoportable. Corre por todas partes, se sube a todas partes amenazando con tirar todo a su camino y después cae rendido.

Creo que Nicolás me odia, estoy seguro que ese animal está poseído por algún demonio y que conspira en mi contra. Pero Edgar lo ama y cuando ambos están juntos son la cosa más tierna del mundo. Sólo le hace caso a él y Edgar es tan feliz teniendo a esa gorda bola de pelos así que no me queda de otra más que aguantar a ese animal.

Y afortunadamente no he visto al otro pobre diablo: Diego. Al parecer es un hombre ocupado. Después de la conferencia me entere que se fue a un viaje de negocios y acaba de regresar hace apenas 3 días, por lo tanto no lo he visto en un buen rato y eso es bueno.

Edgar y yo hemos trabajado tranquilamente desde aquí sin recibir ningún correo de nuestro jefe, creo que se ha rendido tempranamente y ya no busca formas para ver a Edgar, o quizás está tan ocupado que no tiene tiempo para planear como encontrarse con él. No lo sé, por el momento Diego no es un problema.

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