La mente de Hannibal Lecter

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Hannibal Lecter murió en 1985 a la interperie en la nieve, intentando salvar a su hermana. Su corazón se apagó con la muerte de Mischa.
¿En qué se convertió?
No hay palabra para describirlo y a falta de un término mejor, lo llamaremos un monstruo.

Un monstruo con un disfraz de hombre refinado y elegante. Un monstruo que no se detiene ante nada. Su naturaleza lo llama a acabar con lo vulgar, lo grotesco, lo normal. Adora a la muerte y la celebra; su santuario: su cocina y su mejor ofrenda, sus platillos.
Cada comensal es una oportunidad, un peón más en juego sin fin.

-Espero que nadie aquí, sea vegetariano- bromea cada vez que ofrece una cena y todos ríen. Él solo se regocija pensando en la ingenuidad con la que comen. Si tan solo supieran el origen de aquella carne y es que, esa es la cualidad más preciosa que posee Hannibal. Sí, la de crear arte y maravillas de las sobras.

Tantos platillos y recetas que probar, tantos ingredientes que cazar. Pero fue en Baltimore en donde lo encontró. Fue en aquella cuidad fría, lejana y gris donde encontró a su igual, su compañero, la única persona que podía entenderlo después de tantos años viviendo en soledad y de quién estaba enamorado.

Will Graham

Will veía más allá de los cadáveres, de la sangre y de las piezas cercenadas. Él era capaz de ver el arte y el próposito dentro de cada crimen. Su mente podía ser una obra perfecta solo hacia falta moldearla cuidadosamente.
Hannibal lo ayudaría a aceptar su verdadera naturaleza. Aquella naturaleza a la que tanto temía Will y que estaba escondida y dormida en algún rincón. Para ello, debía modificar su entorno, hacer que todo lo estaba bien, ahora estuviera mal.
Hacerlo dudar de sí mismo, de los demás y de la justicia que habita a su alrededor. Solo así, podrían mantener una franca conexión entre sus deseos y pensamientos; y así saciar la implacable hambre y necesidad que tenía por Will. Solo así, Hannibal podría mostrarle la vida que quiere para ellos dos.

Algo parecido a lo que paso con Hades y Persephone. Si bien, ella amaba la vida, supo amar la muerte y para eso se necesitó de una pequeñas semillas de granada. En su caso, Hannibal necesitaba quien lo ayudara, quien se convirtiera en la granada que Will debía probar.

En un inicio, Hannibal pensó que Alana Bloom podía ser de ayuda, pero pronto se dio cuenta de su error. Alana no sabía apreciar más que las formas normales de la vida y jamás caminaría al borde de la muerte.
Después, creyó que Bedelia Du Maurier y su poder persuasivo servirían de algo, pero también fue inútil. Así, después de tanto buscar. Hannibal llegó a la conclusión de que su soñada fruta perfecta se hallaba lejos y de inmediato pensó en un lugar especial. Londres, su segundo hogar y el lugar que lo vio resurgir como un monstruo.

No fue difícil, conseguir que el Bufalo Bill siguiera su valioso consejo y abandonara Baltimore, para ir a Londres en busca de nuevos prospectos para su obra.
Todo fue tan rápido y Hannibal creyó que no podía tener mejor aliado que Jack Crawford, quien muy pronto le solicito ser el guardián de Will.

Su querido Will experimentaba terribles sueños y alucinaciones. Su mente se caía a pedazos y de esta manera se volvía más ágil, más fuerte y más capaz de ver la verdad. No en vano, los medicamentos que le recetaba y las infusiones de alucinógenos que le administraba cuidadosamente, estaban haciendo el efecto deseado.

Una vez en Londres, Hannibal supo esperar con paciencia y eso le fue recompensado. Pues, en el momento en que conoció a Sherlock Holmes supo ver en su miedo y su dolor que su fruta perfecta estaba cerca. Lo mismo le ocurrió cuando conoció al hermano mayor, Mycroft Holmes, pudo oler su culpa y su debilidad. Sin duda, los dos poseían mentes brillantes, tan lúcidas, pero muy fáciles de desmoronar. Ya que, si los Holmes se dedicaban a encontrarle sentido a los hechos de una forma racional, Hannibal lo hacía por el lado emocional y era increíble ver como las emociones develan ciertas prioridades y la de los Holmes era una mujer, y se llamaba:

Clara Hudson

Clara, una mujer con la muerte plasmada en los ojos y solo con verla, Hannibal supo que ella era su fruta perfecta.
Para él, Clara Hudson era la representación más pura de la inocencia, algún tipo de mármol tan perfecto e inmaculado que merece ser tratado por un verdadero artista y él se encargaría de ello.
No dejaría que nada se interpusiera y por eso necesitaba a los hermanos Holmes, ellos debían entregársela sin más. Después los alejaría de Clara, y finalmente enfrentaría el amor frustrado del hermano mayor contra el amor oculto del menor, solo el peor de los dos, sobreviviría.
Mientras, Hannibal se encargaría de arrastrar a Clara al averno, le destrozaría el alma y guardaría su inocencia para él, dejando paso solo a la crueldad. Sin olvidar, que había jurado protegerla, tal como no pudo hacerlo con Mischa. Aunque esta vez sería distinto, pues ahora disponía del conocimiento para guiarla, del poder y el tiempo estaba de su lado.

No había duda, Will y Clara serían su victoria, su obra maestra, su amado y su ejecutora, su naturaleza y su pieza final, su hambre y su alimento.


Después, Hannibal continuó preparando los medicamentos y los fue guardando en el frasco de Prozac.
Clara debía iniciar con su tratamiento.




Como lo prometí aquí está el especial de San Valentín. Espero y les guste. Dejen sus comentarios y dudas. También disfruten de esa melodía.
Los quiero...

Mi amigo secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora