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—¡Louis!— volvió a quejarse Harry por décima vez —¡Vamos! No tomará mucho tiempo, después podrás continuar con tu trabajo.

—No, Hazz— respondió el omega, cansado, sin despegar su vista del computador—. Realmente estoy ocupado.

—Jesús, Louis, no tomará tanto tiempo. No te haría mal despegarte de ese aparato durante unas horas.

El alfa de verdad necesitaba ese pequeño cuerpo debajo suyo en estos momentos, escuchar aquellos gemidos que lo hacían perder los estribos y poder anudar a su omega. Pero lo único que hacía el más pequeño desde hace días era rehusarse, excusándose con su trabajo.
El más alto rodó los ojos y se levantó de la silla en la que estuvo sentado por varias horas, para poder salir de aquella horrible oficina en casa que tenía su novio. Pero, justo cuando estaba por darle vuelta a la perilla de la puerta e irse, una voz le detuvo.

—¡Espera!— Harry se giró para verle, Louis estaba sonrojado hasta las orejas y tenía su mirada clavada en el suelo —T~tal vez, d~despegarme del trabajo un rato no estaría mal...

Se vio interrumpido por los fuertes brazos de su alfa, quien le cargaba por los muslos. Soltó un jadeo de sorpresa cuando su espalda chocó contra una pared; rodeó la cintura del rizado con sus piernas y su cuello con sus brazos. Instintivamente ladeó su cuello, dandole una vista perfecta a Harry de su marca de unión que se encontraba entre su cuello y su hombro; este sonrió con orgullo al verla y paso su lengua por ella. Al instante el más pequeño soltó un gemido entrecortado y después, apenado, tapó su boca con una de sus manos.

Su alfa le dio un manotazo en esta. —Quítala. Quiero oírte.

Comenzó a restregar su latente erección contra la del ojiazul, creando una deliciosa fricción y Louis no pudo evitar soltar otro pequeño gemido.

—E~eso es— gruñó el mayor, respiraba pesadamente y sus ojos, antes de color jade, se encontraban oscurecidos.

Paró sus movimientos en seco y esto hizo que el menor se viera confundido y molesto, por lo que soltó un pequeñísimo gruñido, que fue callado por Harry, quien lo había echado sobre su hombro cual costal de papas.

—¡¿Qué diablos haces, Harry?!— preguntó (gritó) Louis cuando su mundo se puso de cabeza.

Chilló, pues había recibido una fuerte nalgada por parte del rizado. —No digas malas palabras.

El más alto siguió caminando con un Louis que soltaba maldiciones sobre su espalda.

—¡Harry, me está doliendo la cabeza! ¡Bájame ya!

De repente, el nombrado abría una puerta y luego se sintió caer en una superficie blanda. Estaba en su habitación.

Su cara entera se encontraba totalmente roja debido a la sangre que había subido a su cabeza, sus mejillas estaban infladas y su ceño fruncido (intentaba lucir enojado, no estaba funcionando).
El mayor rodó los ojos, restándole importancia al berrinche de su pareja.

Se sentó en la cama y tomó al omega por las caderas, haciendo que éste quedase encima de su regazo. Con sus manos en la cintura del menor, comenzó a restregarlo sin pudor alguno contra sí mismo. Louis apartó las manos de su alfa de su cintura para llevarlas hasta su trasero; después comenzó a frotarse él sólo contra el contrario, moliendo su culo contra la prominente erección de Harry.

Los gemidos por parte de Louis no hicieron de esperar; su apretado pantalón le estorbaba demasiado a ambos, así que Harry lo alzó sólo un poco para hacer que éste se deshiciera de él.

El mayor no pudo reprimir el jadeo que salió de sus labios ante la imagen que tenía delante de él: Louis estaba usando bragas. Unas lindas bragas azules, bastante húmedas ya, se amoldaban perfectamente al culo de su pequeño novio. Posó sus dos manos en las nalgas de éste y las apretó fuertemente, ganándose un ruidoso gemido por parte de Louis.

Por favor, Louis ; larryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora