Al fin nos encontramos. Tu mirada sobre la mía indicaba lo peor. Así es, no volveríamos a vernos más. Una noche, solo esa noche, era nuestra última oportunidad, de decirlo todo, de sentir dejar de sentir las zarzas en nuestros corazones, que jamás dejaron de apretarlos, lastimándonos cada vez más y más. Los almendros y cerezos se mecen, mientras sus característicos aromas inundan el escenario y nuestros sentidos más profundos. Me pides que seamos uno en un vals bajo la luna, y, estremecida por la misma brisa que mece tu cabello, acepto. Nada de esto debería haber pasado, ¿por qué? odio como me miras, odio sentir como me juzgas por pensar que huir es la única solución, huir donde nada importe, donde la libertad consista en ser parte del aire que ahora nos acompaña mientras bailamos lentamente, donde algunas mariposas se animen a formar parte de nuestros más íntimos momentos, donde jamás nos detengamos, donde lo seamos el todo y la nada, donde nunca tengamos que huir.El baile está por terminar, tus ojos centellean bajo la tenue luz que nos ilumina, y por fin, comienzas a llorar.Entonces es cuando lo comprendo en su totalidad. La libertad es de unos pocos privilegiados que prefirieron vivir su vida a su manera, antes de vivir preocupados del qué dirán. Las zarzas se extienden, y empiezan a apretar todo mi cuerpo, haciendo soltar una exhalación que consigue hacerme temblar. Ya se escuchan los pasos. Ya llega. Solo el cielo serán testigo de todo aquello que una vez nos hizo felices. El baile está llegando a su fin, nada cambiará lo que sentimos, ni siquiera que estemos preparadas para morir. Tus ojos vuelven a mirarme, esta vez decididos, y me abrazas, decides besarme bajo las estrellas para que todas ellas recuerden el amor que nos profesamos. Y ya han llegado. Nada me importa que estemos atadas, en el suelo, como si de criminales se tratase el asunto. Sigo a tu lado, es lo único que importa, agarraré tu mano mientras nos queman, nada importa nunca más, por fin seríamos libres de la manera más triste posible. Con un último aliento consigo la fuerza necesaria para volver a unir nuestros labios en un último largo y dulce beso. Siento nuestras lágrimas evaporarse en las mejillas antes de caer al suelo.Es nuestro fin, Marie, pero te amaré, lo haré tan fuerte que los restos de nuestras cenizas se volverán campos fértiles, tanto, que volveremos a plantar nuestros sueños y esperanzas en ellos, de nuevo. Será tan fértil, que de la propia tierra, nacerá lo que tanto deseamos, pero jamás pudimos tener, una dulce niña, con piel de melocotón y ojos como dos pequeños soles en miniatura, capaz de mirarnos y amarnos por lo que somos, dos mujeres que cometieron el pecado de entender que el amor va más allá que el cuerpo del ser humano. No me arrepiento, Marie, repetiremos este vals desde allá donde nos encontremos, contemplando la ignorancia de un mundo que no es capaz de vivir en paz consigo mismo. Adiós, Marie.
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La libertad del ser.
RomanceSimplemente es un microrrelato que hice escuchando una canción, me vino la inspiración.