Cruel.

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Este era mi plan: esperar a que la molestia desapareciera de mi organismo para disculparme con mis hermanos, seguir estudiando para mis exámenes, evitar a toda costa a los Harries mayores, y continuar pretendiendo que estaba bien.

No era un plan fácil pero podía seguirse. Y que le hubiera arruinado la bebida a Isaac hizo que hasta la idea pareciera factible, tanto que dormí muy bien esa noche. Ni una sola vez me desperté hasta que sonó la alarma habitual de mi teléfono y con ello, unos minutos después, la misma puerta cerrandose en la cercanía.

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Pude hablar con mis primos, fui a la primera a la cual le devolvieron su teléfono. Todo gracias a que mi tía Lorena llamó.

Giovanni y Franchesco estaban bien, aliviados de ver qué las cosas en mi nuevo instituto salían a la perfección.

Si, como no.

Ayudé a ambos en sus tareas, esas dos horas de llamada lograron desestresarme por la tarde después de que el instituto se colocará difícil. No porque hubiera recibido notas con amenazas, o porque Isaac hubiera querido tomar revancha después del mal rato que le hice pasar sino porque Shawn y Angie se mantenían cerca.

Las cuatro veces los ví juntos, sus hombros rozándose y ellos riéndose como si les fueran a sacar una fotografía para que apareciera en Vogue como la pareja del año.

Edrian no se me acercó, solo se limitaba a sonreírme desde lejos con su rostro de pequeño regañado.

¿Habría hecho mal en no responderle? Era simple.

No, ni segura estamos de lo que sentimos. Porque nos gusta Shawn, sería cruel salir con Edrian para tratar de taparlo a él.

Vale, utilizaría aquel tiempo para mí y para mis desastrosos pensamientos.

En la tarde Sebastián vino a mi casa, solo para decirme que poco a poco Fancy estaba cobrando vida, las promociones iban bien a pesar de yo no haber visto ninguna y más pronto que tarde, se decidiría si había escrito un éxito o un fracaso en potencia.

Creo que la amabilidad el día de la fiesta en su casa había expirado y yo no lo había notado. Mal por mí.

Pero no dejé que el mal humor del resto me afectase, a mis hermanos ni una mirada les daba. El enojo aún me latía por el pulso.

Y mis padres decidieron no intervenir por órdenes de mi tía Lorena: Son muchacho, Maya. ¿Cuántas veces no dejaste de hablarme cuando saludaba a los chicos que te gustaban, eh? Y miranos, lo resolvimos. Debes dejar que ellos se encarguen de sus cosas, no seas pesada.

Las horas corrían entre clase y clase, reuniones rápidas con Sebastián, evitar a Shawn a toda costa, ignorar las miradas y susurros rápidos que Isaac me propinaba... Pero nada me hacía sentir estable, aún permanecía en mi la sensación de estar a punto de caerme y estallar.

Buscaba las formas de distraerme y ocuparme, comía en mi cuarto y, aunque mis padres no querían que evitara a mis hermanos ellos hacían lo mismo. La pelea era en serio y ninguno estaba dispuesto a ceder.

Yo podía hacerlo pero era lo que sucedía a cada rato... Yo era la que bajaba la cabeza o pedía disculpas.

Ni de chiste. No está vez.

La emoción estaba llenandome a tope, Fancy saldría pronto. Aunque Sebastián quisiera disimularlo también tenía cierta confianza en el proyecto.

De camino a la cafetería un brazo se enrolló a mi alrededor, al tacto me alejé sin chocar con nadie- ¿Qué...?

- ¿Sorprendida, Jodusa? ¿Por qué me evitas? Haces que siento que estoy perdiendo mi efecto-decidí no rodar lo ojos ante el tono egocéntrico de Isaac.

Queremos que nos quieras, Jo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora