Cap. 2| Un desayuno atípico

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La mañana llegó con suma tranquilidad. La norma en todo en el Encanto, menos en la numerosa familia Madrigal. Su día a día podía definirse como una sinfónica de ruido aglomerado como una pared gigante intangible que pasaba de un lado a otro sin muchos intervalos… o algo así le había explicado Dolores durante los meses que tardaron en reconstruir su hogar. Descubriendo en aquella charla que todos tenían un ruido de algo particular siempre acompañándolos, era una maravillosa manera de ser identificados entre el bullicio del pueblo. Antonio era un ronroneo suave como a veces un maullido hiperactivo. Hoy era lo segundo. Se despertó temprano, algo usual en él, no por tener muchas ganas de ser diurno, pero si algo persistente gracias a las costumbres que inconscientemente adoptó al compartir habitación con su prima Mirabel. Algo que tuvo la oportunidad de repetir la noche anterior en una improvisada fiesta de pijamas entre todos los nietos Madrigal.

Aunque, no pudieron celebrar mucho ya que juntando el cansancio de la mudanza, la fiesta, el regreso de los milagros, muchas lágrimas de felicidad, reencuentros, y la asombrosa, genial, despampanante y todos los sinónimos que el pequeño Tonio tenía para referirse a la nueva habitación de Mirabel, estaban significativamente cansados. Al menos el niño podía presumir que no fué el primero en caer dormido, ese puesto se lo dejó a Camilo.

Una sonrisa adornaba su rostro con solo pensar en haber vuelto a dormir junto a su prima preferida, aunque eso significaba que se levantaría junto a ella apenas el reloj marcara las 6:35 en punto.

Su Mirabel. Ella es una mujer mañanera sin importar que tan tarde se acostara la noche anterior, o siquiera dormía algo durante la noche. Esos recuerdos nubosos llegaron a la mente del infante. Recuerdos empañados en intentos fallidos de mantenerse vigente durante las noches silenciosas donde veía a su persona favorita llorar o bordar, o una mezcla de ambas, quizás la vería escribir en un cuaderno que personalmente odiaba, el color rosa del objeto estaba empapado en su memoria infantil como una de las cosas que más odiaba, cada que ella escribía ahí parecía una persona completamente distinta a lo que mostraba en las mañanas. Mirabel no parecía Mirabel, y eso le molesta bastante, no quería ver triste a la persona que más quería. Ya sea que estuviera enojada o cualquier sentimiento malo, no le gustaba verla sin su bonita sonrisa adornando su rostro. Así que, espiandola un poquito durante varias noches de aquellas, recordaba vagamente como su prima se la pasaba leyendo libros que no eran cuentos a la luz de la vela, haciéndose preguntas raras entre murmullos y escribiendo cosas en ese cuaderno. A veces solo se quedaba mirando a algún punto del cuarto o a través de la ventana con suma preocupación.

Negó rápidamente con su cabeza, haciendo que el agua que resguardaba entre su pelo mojara al tucán a su lado, antes de terminar de ponerse sus zapatos.

'¡Oye! Cuidado, estás plumas apenas se secaron hace un momento'.

El niño resopló divertido. Respondiéndole al animal en una interpretación algo mala del mismo lenguaje del emplumado— Lo siento, Pico. Aunque, deberías darte una ducha de vez en cuando, te quiero… pero no tanto a tu olor.

Pico el tucán "jadeo" ofendido con las palabras del humanito sobre su higiene personal. Dándose la vuelta para dejar de verlo a la cara, solo ganándose otra risa del niño que le hizo gorjea en la misma sintonía. Desde que el niño recibió su don se habían convertido en amigos, ambos dando bromas mutuas sobre lo raro que eran. Algo peculiar de ver, pero no menos adorable. Ellos recordaban al niño con cierto cariño o familiaridad, se sintieron bastante desanimados con el hecho de que perdió la habilidad de comunicarse, pero al retomarla prácticamente no se había despegado de él para ponerse al día en sus aventuras animalescas.

Toñito agarró al pequeño jaguar de peluche del suelo, dándole un abrazo rápido antes de colocarlo con cuidado en la gran hamaca. Le hizo una señal a Parce, el jaguar adulto real, para que le siguiera para la hora del desayuno. Saludando de igual forma a sus compañeros animales con la seguridad de que los herbívoros estuvieran comiendo adecuadamente del ambiente mágico de su habitación, y los carnívoros los siguieran para que fueran por su cuenta a la selva alrededor del encanto a seguir con sus vidas de animales. Durante su tiempo sin su regalo tuvo que aceptar el hecho de que no importaba que tan amigo de los animales fuera, tal como él comía carne, aquellas criaturas que necesitaban de lo mismo para vivir lo conseguirían de alguna manera u otra. Suspiró pensativo sobre ello.

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⏰ Última actualización: Oct 03, 2022 ⏰

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