Amelia La Anciana

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Capítulo 12

Estoy volviéndome loca en este lugar, todo me estresa, me molesta y ya no se que hacer para detener la sensación de querer acercarme a Darcie cada vez que lo veo.

Cuando desperté y baje a desayunar como cada mañana, le pregunte a Ava en dónde estaba Darcie, es una pregunta recurrente y a la mujer no se le hizo extraño que preguntara por él, así que me contestó con toda la tranquilidad del mundo.

-Salió desde temprano, querida- y siguió comiendo como si nada, dejándome con más dudas que al principio.

Ahora estoy en un salón que encontré por accidente recorriendo y conociendo todo el castillo, de alguna forma tengo que distraerme. El cuarto tiene paredes rojas, la luz es tenue y cuando me doy cuenta del tipo del lugar en el que estoy mi corazón salta de emoción.

Son armas, armas de todo tipo se muestran por todo el lugar, espadas, cuchillos, navajas. Me acerco a los estantes para observarlos mejor y paso mis dedos por cada una de ellas, una sonrisa aparece en mi cara recordando la ultima vez que toque una hoja afilada.

Calix estaba enojado conmigo por haber confiado y eso desató una pequeña herida en mi piel. Extraño los entrenamientos, la adrenalina en mi cuerpo, la comida que Naty me hacía al regresar, extraño mi hogar.

Trago con fuerza pasando el nudo que se formó en mi garganta. Sigo caminando observando a detalle todo lo que está a mi alrededor, me detengo al reconocer un arma que ya había visto antes.

La noche en la que los guardias de Ignis nos rodearon en el salón de mi casa llevaban algo en sus manos que no reconocí y que me prometí en investigar que era, pero con todo lo que ha estado ocurriendo lo olvidé.

Alzo mi mano para alcanzar el arma que esta colgada sobre la pared rojiza, agarro el mango y meto mi dedo en el agujero que tiene haciendo que todo el peso cuelgue de mi dedo. Observo con detenimiento y no logro entender lo que es o cómo funciona.

La pongo sobre la palma de mi mano y con la otra acaricio el material del que este hecho, se siente frio y duro, parece algo difícil de manejar. Toco algo que hace "click" y la vuelvo a examinar.

-¿Qué haces aquí?- preguntan detrás de mí, haciendo que deje caer el arma con un aparatoso ruido que hace que me cubra los oídos por el intenso ruido- Mierda...

Darcie se acerca a mí con rapidez y con tan solo ver su cara se que esta furioso. Alzo la cara para enfrentarlo y a pesar que tiene el ceño fruncido y los labios apretados, puedo ver algo más allá que solo ira.

Abro la boca para decir algo antes de que me un discurso del porque no debo agarrar sus cosas, pero en cuanto mi voz quiere salir, la suya es más rápida, haciendo que se escuche en la silenciosa habitación.

-¿Te hiciste daño?- pregunta sorprendiéndome a la vez que con su enormes manos me agarra de la cara haciendo contacto con sus fríos anillos.

-Y...yo... estoy bien- digo apenas en un susurro.

El sitio vuelve a estar en completo silencio y mis manos comienzan a cosquillear como cada vez que Darcie y yo estamos cerca, bajo la mirada a sus labios y con un pequeño paso hacia el frente, mi cuerpo choca contra el de él.

Cada vez que pasa algo entre nosotros siempre es el Rey Oscuro el que empieza, pero hoy, este momento, decido ser yo la quien lleve las riendas. Toda la mañana estuve pensando en él, de alguna manera sentí algo en el estomago que me hacía pensar que él hacia lo mismo conmigo.

Estoy apunto de dar el siguiente paso cuando escucho la garganta de alguien aclararse justo a nuestro lado. Por instinto doy un paso atrás separándome del hombre de ojos azules, volteo en dirección a la voz y doy un brinquito asustada por su cercanía.

Oscura TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora