Kagome estaban sumamente agotada. El que su abuelo no les hubiera dado tregua a ella y a Zero, sacando y leyendo pergaminos, más de los que hubiera visto en toda su vida, le había provocado jaqueca.
Para la mala suerte de Zero y Kagome no habían encontrado nada, su última esperanza para regresar a sus cuerpos y a su vida se desvaneció tan rápido como llegó.
Ichiru había regresado a la academia con el pretexto de informarle a Yagari sobre su situación, pero la verdad era que, aunque quisiera, él no odia hacer nada. Esa situación solo les concernía a Zero y a Kagome.
Cuando Kagome salió del baño en el que se había sumergido, encontró a Zero recogiendo el desastre que momentos antes inundaba la sala. Su semblante tan agotado y decepcionado como el de ella.
—Mañana regresare a la asociación, debe de haber algo ahí, estoy seguro.
Kagome suspiro, resignada a que tal vez esa era su nueva vida.
La cena se hizo en completo silencio pues nadie sabía que decir, nadie sabía cómo enfrentar esa situación.
El término de la cena fue para la mayoría un alivio, esperaban que el descanso que les pudiera brindar una noche de sueño les regresara las fuerzas suficientes para seguir buscando cualquier cosa que ayudará.
—¿Puedo ver nuevamente los pergaminos? —preguntó Zero, rompiendo el silencio tan penetrante. El abuelo de Kagome suspiro volteando a verlo.
—Mejor descansa, ya es tarde.
Zero vio el reloj que colgaba en la pared, las 12:30 pm.
Era verdad, era sumamente tarde, no obstante, él quería agotar hasta la última esperanza.
Tal vez omitieron algo, tal vez la respuesta si estaba en alguno de esos pergaminos.
Zero solo quería entender por qué les había pasado eso, porque precisamente a Kagome y él.
Cuando Zero vio que el anciano se sentó junto a él para seguir estudiando los centenares de pergaminos se arrepintió se su impaciencia. Bien podía hacerlo mañana.
Kagome, junto a su hermano y madre, también tomaron asiento, dispuestos a ayudar en esa búsqueda.
—Puedo hacerlo solo —mencionó Zero, consiente del cansancio de la familia.
—Si es importante para ti, es importante para todos —hablo el anciano sin apartar la mirada de uno de los pergaminos que había extendido frente a él.
—¿Por qué? —preguntó Zero desconcertado.
—Formas parte de esta familia —respondió sin darle importancia.
Aunque era demasiado pronto para decir esas palabras, el anciano no titubeo. Ese joven era especial igual que su nieta y Kagome se veía muy a gusto con él; claro que la relación que esos dos tenían para nada era igual que la que había visto con Inuyasha, si se comparaba con la que su nieta tenía con sota. Además, veía que Kagome le tenía aprecio y sumando el inusual caso por el que estaban atravesando, era suficiente para ya considerarlo miembro de su familia.
Zero por su parte no supo cómo responder ante esas palabras qué lo llenaron de una felicidad difícil de explicar, pero al mismo tiempo un miedo que no podía controlar al recordar lo que había pasado con su familia.
Sin embargo, antes de que Zero pudiera agradecer al anciano por aquellas palabras, Kagome y él se tensaron de una forma que no paso desapercibido por todos los que estaban ahí.
—¿Qué ocurre? —pregunto Naomi.
—Siento, presencias malignas —hablo Kagome
—Nivel E —concluyó Zero levantándose de golpe—. ¡Quédense aquí y no salgan!
Zero camino hacia la puerta y cuando la abrió sus facciones se endurecieron. Había una gran cantidad de nivel e en el patio, exponiendo sus colmillos. Uno de ellos ataco directamente a Zero haciendo que la familia dentro de la casa lo viera.
—¡¿Qué es eso?! —preguntó sota abrazando a su madre completamente asustado.
Kagome se levantó justo a tiempo para tomar a Zero de la ropa y jalarlo al interior de la casa. La puerta se cerró aprisionando el brazo del vampiro sediento de sangre.
Zero en el suelo saco a Bloody Rose y apunto.
—¡Abre la puerta!
Kagome obedeció al mismo tiempo que la detonación se escuchó. Miles de cenizas se esparcieron por el aire.
Zero se levantó nuevamente con las intenciones de salir a hacerle frente a esos vampiros.
Kagome lo detuvo.
—No puedes enfrentarte a ellos tu solo.
Zero no se inmutó ante la preocupación de Kagome, salió de la estancia y comenzó a atacar a los vampiros.
Kagome se sentía frustrada, Zero peleaba, su familia estaba asustada y ella no podía hacer nada.
"Si tan solo tuviera un arco".
Recordó entonces como con algunas cosas había fabricado uno en esa noche que vio por primera vez a esos nivel E. Corrió hacia la cocina y comenzó a buscar.
—No puede ser, no hay nada —se lamentó, mientras el estruendoso sonido de una pelea se escuchaba fuera.
—¿Que buscas? —preguntó sota.
—Cualquier cosa que me sirva para fabricar un arco y flecha.
—Yo tengo algo —respondió el abuelo que corrió hacia otra parte de la casa. cuando regreso le entrego a su nieta lo que parecía la cola disecada de un reptil y otros artefactos. Kagome sonrió y como pudo los unió para formar un arco.
Se apresuró a salir con Zero que parecía tener ya problemas con la cantidad de vampiros que se había reunido.
Kagome apuntó y disparo. La flecha golpeo a uno de los vampiros exponiendo al mismo tiempo su energía espiritual. Más de la mitad de esos vampiros desaparecieron dándole a Zero la oportunidad de hacer que Bloody Rose entrara a nivel dos. Vides sedientas de sangre comenzaron a envolver los cuerpos de los vampiros convirtiéndolos en cenizas. Y en un dos por tres, ya no había nivel E a los que tuvieran que destruir.
—Esto no era parte del trato —gruñó un vampiro que vigilaba de lejos, el responsable de llevar a esos nivel E a acabar con aquellos que protegían el fragmento. Estaba furioso, esa vampiresa con aires de grandeza jamás les dijo que era una sacerdotisa la que resguardaba el fragmento. —Conseguir el fragmento va a ser más difícil de lo que pensaba.
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El deseo que me llevó a ti (Inuyasha x Vampire Knigth)
RomanceUn mismo deseo, un mismo destino. Después de que Kagome viera a Inuyasha con Kikyo y Zero se enterara de que esos vampiros que tanto daño le causaron regresarían a la academia Cross, ambos piden un deseo, sin imaginar que este cambiará su mundo y lo...