¿Que mas podia hacer?

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¿Que tan dolorosas son las partidas? 

¿Cuánto dolor estamos dispuestos a aguantar antes de pedir ayuda? Claro que es mas fácil contarles tu pesares a la almohada, ella jamás te va a juzgar, pero esto es mas complicado cuando en tu casa vive una persona capaz de escuchar un alfiler cayendo, pero aún así cuando ya estas en el suelo no hay necesidad de guardar las apariencias.

—Luisa... Mija, hice bandeja paisa —no hubo respuesta— te la dejaré aquí en la puerta —Julieta miró con dolor y decepción como la bandeja que había sido dejada en la mañana aún estaba llena.

Habían pasado días y todo parecía hundirse aún mas, la familia parecía hundirse cada día más y ahora era raro ver a la familia comer en una misma mesa o a la misma hora, aquella casa que antes rebosaba de vida ahora parecía tener dentro a fantasmas que se movían como almas en pena que no habitaban un mismo plano.

La vela no se había apagado, pero el amor si.

Luisa no era mas que una sombra que se ocultaba en su cuarto, la mascara de perfección de  Isabella ahora se había roto y ahora vivía durmiendo en una habitación llena de flores marchitas, los trillizos Madrigal no sabían ni siquiera mirarse a los ojos y aquellos esposos que antes simplemente buscaban la manera de ser capaces de llenar el apellido Madrigal terminaron siendo aplastados por la presión del apellido.

Pero ellos aún sonreían.

 Agustín seguía consolando a su esposa cada noche, despertaba a Isabella llenándola de besos y la hacia comer antes de que esta volviera a caer dormida, pero por mas que intentaba no hallaba las palabras para acercarse a Luisa.

Felix no estaba mejor, Pepa había dejado de llorar y sus emociones ahora eran llenadas por una furia insensata hacia Camilo.

—¡NO! ¡Ese niño es un maldito irrespetuoso! —truenos y relámpagos caían en la casa Madrigal, pero nadie se inmutaba, esta escena era por mucho cotidiana— ¡No me habla, no me mira, no responde! 

—Mijo... —Felix intentó razonar con su hijo—por favor... Dime algo —Camilo apartó la mirada y un rayo cayó a su lado haciendo que el chico suspirara cansado.

La opresión en el pecho de Felix se agudizó, ¿Que mas podía hacer?

Camilo no hablaba, no lloraba, ni siquiera los miraba, Dolores lloraba como si no hubiese un mañana y Toñito no parecía entender lo que ocurría, así que cada  vez que Pepa tenia uno de sus ataques de furia el pequeño se escondía en el rincón mas alejado de su habitación.

Sus hijos sufrían, su esposa sufría, su amigo estaba desesperado y el también ¿Que mas podían hacer?

—Felix...

—Agustin —ambos estaban tirados en aquel río sin cruzar mas palabras después de aquel saludo.

Ya era común para ambos escaparse a aquel rio en donde el ruido del ruido ocultaba su llanto de los oídos de dolores, ya sea una queja, un grito de impotencia, suspiros agobiados, aquel grito cubría todo sonido y a veces la cascada parecía llorar de impotencia junto a ellos.

Cuando el sol estuvo a punto de salir Agustín volvio  la finca dejando atrás a Felix quien todavía no aprecia ser capaz de levantarse a luchar contra la tormenta que azotaba a su familia.

—Solo es un día mas... —se dijo así mismo para tomar fuerzas, pero al dar el primer paso la casa lo llevó hasta la puerta de su hija, Agustín dudó antes de  tocar— Luisa... —susurró sin recibir respuestas.

El cerrojo abrió la puerta dando pasó al hombre.

—Luisa...

¿Que podía hacer? De igual forma su padre le recalcaría lo fuerte que podía ser y el como podía usar esa fuerza para salir de esta habitación. No valía la pena responder, ahora solo quería morir tranquilamente, por primera vez se pondría a ella primero y sería cobarde, ¿Que mas podía hacer? De igual forma ya estaba en el suelo y no quería levantarse.

—Lo siento —fue lo primero que escuchó— te lanzamos al vacío sin armadura y... Aun así saliste con vida, pero sería hipócrita pedirte que vivas después de dejarte sin energías, mi pobre pequeña —la mano del padre acaricio el cabellos de su hija— no merezco tu perdón después de lo que te hice pasar debí ser mas fuerte para poder protegerte a ti y a tus hermanas.

¿Que mas podía hacer?  Después de haber ayudado a destruir a sus hijas ahora solo le quedaba pedir perdón.

—No sé... No sé que mas hacer, porque tu y tu hermana se están apagando y yo.... Yo te miraba tan fuerte que jamás me quedé a pensar en los golpes  y la presión que recibías —su voz estaba llena de culpa, pero no quebrada, Agustín estaba allí para consolar a su hija y no para recibir palabras de apoyo— soy egoísta —confesó— por eso quiero que Isabella despierte a pesar de que sé que en sus sueños es feliz y por eso no venia aquí, por que sabía que contigo no tenía excusa.

El hombre tomó aire y se acostó en la cama poniendo la cabeza de su hija en su pecho.

—Mija... Si un día no quieres despertar... No lo hagas —le susurró— no vivas si no quieres, yo consolaré a tu madre y a tu hermana, yo seré su pilar... Si quieres morir, si quieres vivir... Si no quieres nada, entonces que así sea, no pienses en ellos o en mí, solo piensa en ti y duerme hasta que tengas fuerzas, pero si no la tienes... Llora un poco más.

Su camisa comenzó a mojarse y el agarre en su brazo se apretó, era malo decirlo, pero Agustín sintió como el peso en sus hombros disminuía conforme los sollozos de Luisa se hacían mas audibles. 

—Si mi princesa perdió su castillo... Jugando en la arena, solo recuerda, yo voy contigo.

—Renuncio —pensó Luisa antes de caer dormida en los brazos de su padre quien sentía como la respiración de su hija era cada vez mas lenta.

Agustín suspiró asustado, pero no grito, no dejó de cantar, solo abrazó a su hija y la consoló sin saber que pasaría una vez que la soltara.

¿Que mas podía hacer?

...

Este capitulo me encantó, ¿Razón? 

Por primera vez vemos el panorama completo, con este capitulo sabemos que tan jodida está la familia Madrigal.

PD: Si, volví a la vida, la cosa es que no tenía computadora ya que esta madre es compartida así que... Sean felices.

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