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Tengo la boca pastosa y la cabeza me da vueltas como un trompo

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Tengo la boca pastosa y la cabeza me da vueltas como un trompo. Una puntada asesina atraviesa mi cráneo.

¿Qué mierda pasó?

Me siento en la cama y veo que estoy desnudo. Parpadeo tratando de conectar los puntos.

Ayer era mi cumpleaños.

Ayer invité a mis amigos.

Ayer, los pelotudos de Alejandro, Marcelo y Julio cayeron con tres minitas.

Ayer le iba a pedir a Maru que se mudara conmigo además de entregarle el anillo que compré.

Froto mis sienes posicionándome en tiempo y espacio, pensando en la manera en que llegué hasta acá y, lo que es peor, quién es la mujer que está a mi lado tapada con mis sábanas.

Me pongo el bóxer que encuentro hecho un bollo en el piso y cuando camino alrededor de la cama la veo.

―Mierda, mierda...¡mierda! ―Gruño tan fuerte que despierto a Romina. Creo que, incluso, estoy echando espuma cual un perro rabioso.

―Mmm...¿qué pasa? ¿Qué hora es? ¿Qué hacés despierto tan temprano? ―Extiende los brazos y se despereza.

Agarro su vestido y se lo arrojo en la mitad de la cama. No soy sutil ni buen anfitrión.

―Ya mismo te vas de acá. ―Exijo con determinación.

―¿De qué carajo estás hablando? Ayer no quedamos en eso.

―Ayer estaba en pedo, drogado o no sé qué mierda. ―digo y recuerdo el sabor extraño del champagne.

Repaso mentalmente lo que voy recordando y probablemente, esta es la consecuencia de haber bebido algo raro.

―Bueno, por estar en pedo bastante buen rendimiento tuviste. Me cogiste tres veces y sin forro. No hubo modo de convencerte de que te pusieras uno.

Veo rojo. O blanco. O negro.

―¿Qué? ―Tironeo de las sábanas bruscamente y la saco de la cama sin mucha delicadeza.

―¡Lo que escuchaste! ―Grita fuerte y mi cabeza explota ―. Supuse que sabías lo que estabas haciendo. ―El corazón se paraliza dentro de mi pecho. Lo que me dijo debe ser parte de alguna mala película de terror.

―Escucháme bien, Romina ―grazno a una milésima de su cara. Es orgullosa y no baja el mentón ―: Por tu culpa acabo de perder a la mujer que amo.

―¿Por mi culpa? ¿Seguís con ese cuentito de estar detrás del amor verdadero? ¡Ja! ―Su carcajada es diabólica ―. ¡No me digas que alguna de las minitas que estaba acá es tu amorcito! ―pregunta con voz siniestra.

Entrelazo mis dedos en la parte trasera de mi cabeza, cuando de repente, Romina abre los ojos; la revelación divina cayendo sobre ella.

―¿Te enganchaste con la nena esa?¿Con la secretaria del estudio? ¿La que estaba en la cocina cuando llegué junto a los otros abogados de tu firma?

"En lo profundo de mi corazón" - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora