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Ella debería estar casándose conmigo y no con el muñeco ese que la engaña

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Ella debería estar casándose conmigo y no con el muñeco ese que la engaña.

Cuando Esteban me contó lo que vio ,quise volar de inmediato a la despedida de solteros del forro ese y romperle el cuello.

¿Pero acaso yo no la había engañado también?¿Con qué derecho me creía superior?

Ni siquiera he besado a una mujer desde que Marisol me dejó.

No hubo día en que no la echara de menos, hora en la cual no soñara con su perfume, minuto en el cual no la deseara de vuelta entre mis brazos.

Cuando respondió "sí, quiero" a la pregunta del sacerdote, mi corazón terminó de quebrarse. Tenía una leve esperanza, la ilusión de que giraría con su hermoso vestido de encaje y se negaría, aduciendo que yo era el amor de su vida.

Tuve mi oportunidad años atrás y la perdí como un idiota.

Su amiga Candela, a quien acabo de conocer, me mira de lado y sé por qué: soy el bastardo que dejó a Marisol, quien la lastimó, quien la entregó a los brazos de otro hombre.

No tengo derecho a quejarme y tampoco debería lamentarme.

Pero lo hago.

Este dolor es desgarrador e insuperable; soy consciente de ello, no estoy por cumplir cuarenta y dos años en vano.

Amo a esa mujer que sonríe y se entrega al momento.

Amo a esa mujer resiliente que se reinventa con cada paso que da. A pesar de las heridas que le causé, salió adelante y se graduó. Su padre falleció y consiguió un nuevo empleo.

Su nueva pareja la ha engañado...y ella lo acepta, lo procesa y lo perdona.

Al menos en su mente.

He venido en mi propio coche, no me quedaré hasta el final del festejo.

Vine por compromiso y, admito, porque soy un tanto masoquista.

Contrariamente a los invitados que se abalanzan sobre la pareja, no los saludo en el atrio. Me quedo fumando en un rincón y recibo la mirada compasiva de Valentín y Trini mientras suben a su propio vehículo.

―Nos vemos allá. ―digo y piso la colilla del pucho.

En la fiesta, la recepción es escandalosamente abundante y costosa y sé que nada de esto es obra de Maru. Me uno al grupo de chicos de la oficina, jugueteo con Luna y Serena, las niñas de Sebastián y Dani, y trato de evadir el objetivo de este evento: el de celebrar la boda de la mujer que amé, amo y amaré eternamente.

Los novios, ahora marido y mujer, entran al salón tras una nube de humo blanco. Bailan un tema que ni siquiera me preocupo por identificar y la celebración comienza con una breve tanda de música a cargo de una banda ubicada a un lateral de la sala.

"En lo profundo de mi corazón" - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora