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La cama es un reguero de migas

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La cama es un reguero de migas. Sé que consiento demasiado a Ciro, que los límites son necesarios, pero últimamente el tiempo con él es tan acotado que no pienso en otra cosa más que en complacerlo.

Adora las Chocolinas tanto o más que yo.

Por advertencia de su madre no debe excederse con los dulces ni con el chocolate porque puede darle dolor de barriga antes de ir a dormir.

Pensar en los detalles diarios que me pierdo de su vida me desarma; Romina viene siendo una perra egoísta desde hace un par de semanas y solo cuando dije que Luis iba a hacer una presentación legal para formalizar el tiempo que paso con nuestro hijo, recapacitó.

Ayer se fue a Chile; aparentemente tiene dos ofertas de trabajo muy buenas y quiere negociar los alcances de la propuesta. En cuarenta y ocho horas regresará por él, por lo que hoy estamos de noche de chicos.

Dani se ofreció a retirarlo de la guardería y cuidarlo hasta que yo volviera de la oficina. Es fanático de los superhéroes y Sebas le metió en la cabeza que puede llamarme "Thor".

Lleno la bañera después de cenar, colocamos sus juguetes favoritos y comienzo a lavarle el cabello cuando mi celular suena sobre la tapa del inodoro. De reojo, veo que es Maru y sé que el solo hecho de presionar mi contacto le ha significado un esfuerzo titánico. Seco mis manos sin dejar de cuidar a Ciro con la mirada y respondo.

―¿Maru? ―pregunto como un idiota, como si no hubiera visto su nombre en la pantalla. Mi corazón bombea a velocidad supersónica.

―Hola Leandro, ¿estás ocupado?

―Mmm...un poco...en realidad sería más fácil si me hacés una video llamada. ¿Podés? ―Le pregunto.

―Oh, bueno...sí...―Acepta y vuelve a llamar para cuando terminé de situar el aparato delante de un frasco de shampoo sobre la tapa del inodoro.

Cuando ve lo que estoy haciendo se queda muda y sospecho que quizás ha sido un abuso de mi parte que presencie este momento con mi hijo. Aun no me acostumbro – y creo que ella menos - al hecho de que Ciro fue concebido durante nuestro romance.

―Estoy bañando a Ciro, pero al mismo tiempo quiero saber cómo te fue y...

―No...no...¡está bien! ―Sus ojos parpadean frenéticamente, asimilando la realidad. Ciro agita su mano y la saluda con un tierno "hola" que derretiría la nieve de Los Andes.

―Hola Ciro. ―Ella lo imita.

―Hola ―Repite él―. ¿Quién sos? ―pregunta nítidamente y con la naricita fruncida. Habla hasta por los codos en un idioma casi inentendible y ahora mismo, es un reportero de chimentos que va directo al grano.

―Soy Marisol.

―¡Sol! ―Graciosamente señala la luz del techo, como si fuera el astro rey.

―Sí, como el sol de las mañanas.

"En lo profundo de mi corazón" - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora