II | Verdades a medias

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Capítulo dedicado a @spiderwoma por acompañarme una vez más en otra de mis historias

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Capítulo dedicado a @spiderwoma por acompañarme una vez más en otra de mis historias. Espero poder seguir enamorándote con cada capítulo y estoy deseando escuchar tus audios con teorías. Tkm 🖤

Verdades a medias

Al estar sentada al final de la clase pegada a la pared, Nashira era capaz de observar a todos los compañeros sin tener que moverse demasiado.

Era capaz de fijarse con un solo vistazo en cada adolescente que ocupaba las mesas, en cada uno de sus movimientos y en cada sonido.

Sobre todo, en el chico nuevo, el pelirrojo que estaba sentado junto a Fayna.

No sabía por qué, pero le daba mala espina.

A fin de cuentas, una de las tantas obligaciones que debía cumplir a rajatabla era proteger a Fayna. Y, aunque, ninguna de las dos fuese consciente de ello, de alguna forma Fayna la protegía a ella también.

Era como una especie de promesa silenciosa que parecía perdurar hasta su último aliento.

O por lo menos, hasta que su amistad continuase siendo igual de inquebrantable.

No despegó la mirada de la nuca del pelirrojo. Solo la desviaba para cerciorarse de que su amiga estaba bien cuando el colgante de Fayna captó su atención. La Gema de Baham refulgía con una tonalidad rojiza muy fuera de lo común.

Jamás la había visto en ese tono.

Según tenía entendido eso solo ocurría si había uno de ellos...

Parpadeó, sorprendida ante el estruendo de una silla siendo arrastrada.

Todo hilo de pensamientos se cortó abruptamente cuando vio como su amiga salía del aula sin decir nada. El pelirrojo pareció no inmutarse ante la fuga inmediata de su compañera de pupitre.

«Extraño», pensó.

Frunció el ceño cuando la imagen de la gema de color rojo volvió a aparecer en su mente.

No podía significar nada bueno.

Nunca lo hacía.

—No me gusta ese chico —masculló para sí misma.

—¿Qué has dicho? —preguntó su compañero, enarcando una ceja.

—Que no me gustan las matemáticas.

—Pues como a todos, supongo.

Se encogió de hombros en respuesta, centró la mirada de nuevo en la pizarra y comenzó a apuntar todas las letras y números que iba escribiendo el profesor, aunque no entendiera nada.

El timbre de clase sonó, anunciando el cambio de aula. Aturdida, Nashira recogió la libreta y el estuche para guardarlo en la mochila. Continuó enviando miradas fugaces en dirección al pelirrojo, que estaba haciendo lo mismo que el resto. Sin embargo, se percató de que de vez en cuando miraba por encima de su hombro, para luego volver a clavar la mirada castaña al frente.

Yin. El bien dentro del malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora