Capítulo 25

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Gabriela Ortiz

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Gabriela Ortiz.

Desesperación...

Angustia y miedo...

No podía creer lo que había pasado con Adam, todo había sido mi culpa, pude perder a Adam por mi culpa, estaba sentada en la sala de espera del hospital, me sentía fatal, pensar que tal vez no lo volvería a ver me provocaba una sensación horrible en el estómago y una gran presión en el pecho.

Nadie me decía nada, no me podía concentrar en nada, solo quería que él doctor saliera y me dijera que Adam estaba fuera de peligro.

—Gabriela — exclamaron y volteé encontrándome con mis hermanos, los miré y los ojos se me llenaron de lágrimas.

Me levanté y corrí a abrazar a Alan.

—Es mi culpa — susurré sollozando —Es mi maldita culpa, sabía que no debí de estar ahí, pero lo hice, Adam está aquí por mi culpa.

Él me pasó la mano por el cabello —No hermana, no es tu culpa, tú no sabías que eso podía pasar.

—Sí lo sabía, sabía que era riesgoso, pero pensé que ya se había acabado el riesgo — sollocé — Adam se arriesgó por mí.

Me aferré a Alan estaba devastada, pensar que Adam podía morir en ese momento solo aumentaba mi sensación de culpa.

—Gaby — llamaron a mis espaldas y me separé de mi hermano, viendo a Gutiérrez, la mamá de Adam y a Giselle.

— ¿Dónde está Adam? — preguntó su mamá.

—Todavía está en revisión, pero no me han dicho nada.

—Entonces nos toca esperar — Gutiérrez se sentó en una silla de las que había en la sala de espera.

— ¿Cómo es que pasó? Necesito ver a mi hijo — la voz de Isabela salía entre cortada y me hacía sentir mal.

—Hubo una persecución en una casa — contestó Gutiérrez — ya había acabado, solo se quedaron haciendo guardia por si alguien de la banda delictiva regresaba, y sí, alguien regreso hirieron a Adam y dos policías más, pero ellos fue una herida leve y Adam es el más grave aquí.

La mamá de Adam se pasó las manos por la cara — ¿Por qué tenía que ser mi hijo?

—Tranquila Isabela, Adam es un chico muy fuerte, todo va a estar bien.

—Ya perdí a su padre, no puedo perderlo a él también — sollozó.

Me abracé a mí misma sintiéndome mal por lo que había pasado, si algo le pasaba a Adam no me lo hubiera perdonado jamás.

—Vamos a ir por un café ¿Quieres algo? — me susurró Lucas.

—No, ustedes vayan, yo luego voy por algo.

—Bien — me dio un apretón de hombros — no es tu culpa hermana.

No dije nada y ellos se fueron a la cafetería.

Déjame amarte [Completa ✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora