Capítulo 20: ¡Rescataremos a Sorzen!

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Nolmaria

Hank entró volando con gran apuro en las oficinas de los guardias de Nolmaria, situada a un lado de la notoria casona sobre la colina que dominaba todo el poblado.

El edificio estaba completamente construido con tablones de madera y algo de adobe. Era bastante simple en cuanto a diseño, pues además de un par de ventanas, no tenía nada demasiado llamativo. En el interior, había múltiples habitaciones, la mayoría destinadas al almacenamiento de documentos o elementos requisados. En el recibidor se encontraba un pequeño escritorio y un enorme cartel de anuncios, en donde se colgaban los carteles de "Se busca" así como otros avisos y afiches de utilidad pública.

Nada más entrar, Hank se encontró con un Linoone que descansaba sobre el escritorio de madera. Al parecer, estaba algo aburrido de leer los formularios que poblaban el escritorio.

— ¿Hank? ¿Qué haces aquí? — se cuestionó el Linoone dejando de lado los papeles.

—Tenemos una emergencia Bill, debo hablar con el jefe. Es algo serio.

— ¿Ocurrió un accidente?

—No Bill, algo peor, un secuestro.

— ¡¿Qué?! ¿Cómo ha ocurrido eso?

—Le daré los detalles al jefe. Avísale que debo verle de inmediato.

—¡Corriendo! —dijo el tipo normal dando un brinco del escritorio y saliendo disparado por una pequeña portezuela a un lado, específicamente instaladas para facilitar el desplazamiento de los pokémon mensajeros. En un momento regresó anunciando que jefe lo esperaba en su despacho.

—Por cierto, Hank, también se encuentra allí el agente Kurvo. Él también escuchará tu reporte.

Asintiendo, Hank voló por los pasillos hasta alcanzar el piso superior, en donde una enorme habitación funcionaba como oficina del jefe de seguridad de Nolmaria. No conocía mucho al agente Kurvo, pero como se trataba del subcomandante de las fuerzas de seguridad de Nolmaria, suponía que no habría problemas con que también escuchase su reporte. Si bien había oido oscuros rumores sobre el tal Kurvo, Hank decidió darle el beneficio de la duda.

Mientras pensaba en todo esto, el Murkrow ingresó en la habitación donde le aguardaban sus superiores.

El lugar era bastante rústico, una habitación con un par de braceros y algunos estantes llenos de documentos y reportes. Un pendón con el símbolo del reino de Misuvia se erguía en una pared, mientras que, a ambos lados del escritorio del centro, habían unos banderines con el símbolo de Nolmaria (o lo que era lo mismo, el sello de su gobernante, Lord Atremel).  Además, había una chimenea, que se encontraba apagada, frente a la que había un par de sillones y una pequeña mesa.

En esa habitación se encontraban dos pokémon de color pardo bastante macizos. Uno de ellos, que tenía distintas tonalidades de pelaje marrón en todo su cuerpo, excepto en la cabeza donde el pelaje era blanco, se irguió con algo de pereza del sillón de donde reposaba e interrogó al ave.

— ¿Qué ha pasado, centinela Hank? Bill dijo que era algo urgente.

—¡Agente Kurvo, jefe Marrik, tengan buen día! —saludó el ave aterrizando y haciendo un gesto con su ala— ¡Centinela Hank reportando!

—Adelante Hank, olvidemos los protocolos por ahora. Dinos que sucede —dijo el otro pokémon, quien había estado de pie mirando por una ventana, pero que pronto se dio la vuelta. Se trataba de una criatura imponente y peluda con una adusta mirada y un anillo dorado dibujado en su abdomen. Sobre sus amplias espaldas colgaba una capa roja, símbolo de su autoridad.

Pokémon Ausvandel: La academia PlateadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora