𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑪𝒊𝒏𝒄𝒐

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Tras un agotador día cayó la noche. El chico era incapaz de entrar en el mundo de los sueños. Al cerrar los ojos, su mente no hallaba descanso, acosada por teorías incesantes y evocadoras imágenes de su vida antes de ser arrastrado hacia este nuevo y avanzado mundo mágico.

No obstante, Morfeo finalmente reclamó su presa, atrapándolo entre sus brazos. Obligó al joven a ingresar a su reino y sumergirse en el poder de los sueños, donde las fronteras de la realidad se desvanecían ante la poesía onírica que tejía su dominio.

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Me encuentro en una imponente sala forjada en madera oscura y decorada con pendones dorados. A mi lado está mi padre, el general del ejército imperial, junto con a una gran mesa repleta de mapas y pergaminos. El aire en el estudio estaba cargado de tensión mientras nuestros ojos se clavaban en la cartografía de un reino vecino, que antes florecía con promesa y alianzas, pero ahora, padecía bajo la sombra de la tiranía.

Con un porte altivo, mi padre señaló una serie de territorios en el mapa, su voz profunda y rasposa rompe el silencio.

—Mira bien este reino, Daelo. La opresión lo estrangula, pero su gente, reprimida por el miedo, no emite ni un murmullo de resistencia— Sus dedos tocaron la frontera del reino mientras llevaba un cigarro a sus labios y aspiraba profundamente, envolviendo la habitación en un velo ahumado.—

—¿Enviaremos nuestras tropas para ayudar a los ciudadanos? —Pregunté, manteniendo mi postura inquebrantable. La disciplina de mi formación militar evidente incluso en presencia de mi progenitor.—

El semblante de mi padre permaneció inmutable, y su respuesta no fue instantánea. Su rostro osciló entre la lealtad pasada y el deber presente. El humo del cigarro se entremezcló con el aire enrarecido, y las palabras surgieron con un peso abrumador.

Sacudiendo la cabeza con solemnidad, respondió:

—No, no es tan simple. Nuestro imperio enfrenta conflictos que requieren nuestra atención. La estabilidad de nuestro propio territorio está amenazada por otras potencias. —Suspiró profundamente antes de continuar, tratando de hacerme razonar. —Además, la tiranía en ese reino es un asunto delicado en la arena internacional. Las naciones vecinas han estado observando de cerca la situación. Si intervenimos de manera directa, podríamos desencadenar un conflicto a gran escala que pondría en riesgo a nuestro imperio y a sus habitantes.

Estaba a punto de objetar, pero antes de que pudiera articular palabra alguna, mi padre alzó la mano y prosiguió:

—De igual modo, la opresión tiene un límite, y pronto, el pueblo se deberá levantar en revuelta.


Mientras hablaba, el rostro de mi padre reflejaba la indiferencia que sentía ante aquellos que no luchaban por recuperar lo que les pertenece.

—Nuestro deber es garantizar la estabilidad. En vez de enviar un ejército, enviaremos espías y diplomáticos para reunir información y establecer alianzas secretas. Alentaremos la resistencia desde las sombras. —Dice mientras le da otra calada a su cigarro, exhalando con tranquilidad— Esa es la forma en que podemos ayudar sin arriesgar a nuestro propio pueblo y al equilibrio de poder en la región.

Observé con firmeza los intrincados patrones del mapa, tratando de asimilar la magnitud de lo que mi padre había anunciado.

—Pero, ¿será eso suficiente? —cuestioné con auténtica duda en mi voz.— ¿Cómo puede el pueblo luchar contra la tiranía si están asustados y desesperados?

𝑬𝒏𝒊𝒈𝒎𝒂 - 𝑻𝒘𝒊𝒔𝒕𝒆𝒅 𝑾𝒐𝒏𝒅𝒆𝒓𝒍𝒂𝒏𝒅 (𝑴!𝑶𝑪)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora