❝ Los herman☹s Heredia❞
Risas inundando por el lugar contaminaban el aire como ondas sonoras. Me mantengo completamente solo, como si estuviera parado en el fondo de un agujero con una pala en mi mano. Actuando como si fuese demasiado bueno y fingiendo que no necesito la compañía de nadie. Demasiado bueno siendo un zombi que esparcirá la enfermedad a cualquiera que se acerque por voluntad propia.
No. ¿A quien quería engañar? Ni siquiera podía engañarme a mi mismo, nunca me había gustado estar solo, pero al parecer aquí era mi única opción, no me gustaba la soledad pero era lo suficientemente tímido como para intentar siquiera comenzar a entablar una conversación con cualquiera de esos niños formados a la espera de recibir su comida.
Las primeras clases habían finalizado y ahora todos estábamos en el salón para recibir los alimentos. El lugar estaba separado en dos por una delgada línea amarilla, en un lado comían los niños y en el otro las niñas. Aún no sabía porque el contacto con ellas estaba prohibido, sin embargo, no quería enfocarme en ese tema por ahora y darle muchas vueltas, ya tenía mucho en que pensar, por ejemplo, en la espantosa combinación que hacía el sándwich de pepinillos y mantequilla de maní, o el sándwich de queso brie con mermelada de fresa, que eran exactamente los dos tipos de sándwiches que tenía para almorzar el día de hoy acompañado con jugo de zanahoria, si el estar encerrado no me mataba, la comida definitivamente lo haría.
Ya no tenía apetito.
—Señor Gotti—nombró tomándome desprevenido el rector en las mesas al final del salón, donde los profesores se encontraban una vez todos ya se hallaban en su lugar—Sería tan amable de dar la oración del día.
¡¿La oración del día?! Ni siquiera yo sabía a qué se refería con ello, había sido ateo la mayor parte de mi vida. En automático, todos los presentes posaron su vista en mi, esperando que cometiese el mínimo error para poder reírse abiertamente. Entonces, sintiéndome plenamente nervioso y con fallas en mi plena facultad para razonar, me puse de pie lentamente mirando hacia abajo.
—Cuando comemos del pan que compartimos, nos hacemos uno con Cristo en su cuerpo—comencé recordando un pasaje de la Sagrada Biblia en casa de la abuela—Te damos gracias, Señor, por el alimento que nos has dado; haced que de él nos sirvamos siempre para nuestro bien. Qué el Rey de la eterna gloria nos haga partícipes de la mesa celestial. Amén.
—Amén—repitieron los demás al unísono.
—Comamos—finalizó Masini mostrándose satisfecho.
Y yo liberando la tensión, también me senté.
—Así que tu padre es el respetable señor Jeon y tú madre la hija de los Gotti—irrumpió un chico rubio y pecoso al frente mío, mirándome con los ojos bien abiertos que diría yo, en cualquier momento se saldrían de su lugar.
Era uno de esos chicos del patio principal. Los gemelos.
—¿Conoces a mis padres?—cuestioné tímidamente.
—¿Y quien no?—exclamó extrañamente emocionado, como si hablara de una celebridad—Debes tener una vida bastante agradable.
—No quiero que mi apellido defina quien soy en este lugar—respondí tomando mi oreja izquierda—¿Podrías llamarme Jungkook? Sólo Jungkook.
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Porque si el L⃨O⃨B⃨O⃨ aparece...
ФанфикNora, una chica amante de los libros, el arte, la escritura. Jeon, el chico nuevo y extraño con problemas para controlar su ira. Ambos intentando escapar de un internado estricto, sin saber que se avecina un perturbador secreto. Sólo habrá una únic...