𝟎𝟏. 🧸

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Era un día cualquiera en la ciudad, lluvioso, y con la probabilidad de que se produjera alguna que otra tormenta. A través de las ventanas empañadas por el agua, se encontraba un niño observando la lluvia.

Su cabello era algo ensortijado y castaño. Estaba pálido y decaído. Sus ojos eran azules como el mar, y aún derramaban lágrimas.

Lágrimas, que reflejaban dolor.

Dolor, que no tardaría en volver.

Abrazaba a su osito de peluche, el cuál parecía ser su única compañía. Era amarillo y llevaba una chistera, pero estaba algo desgastada. Y allí estaban los dos solos. En una esquina de la habitación, esperando al último rocío de la mañana.

☆☆☆

Por fin había dejado de llover. El sol ya no se escondía entre las nubes, era muy valiente. O al menos así lo contaba el niño. Desorientado, bajó al piso de abajo a desayunar, pues hoy era su cumpleaños. Pero, ¿por qué estaba triste? Se supone que debería ser un día feliz. Regalos, tarta... Pues para el pequeño Evan no sería así.

Recientemente había descubierto que su hermano y sus amigos le iban a gastar una broma. No logró escuchar bien en que consistía, ya que estaban susurrándose el uno al otro. La única palabra que pudo captar perfectamente fue "animatrónico".

El pequeño Evan odiaba a los animatrónicos del restaurante "Freddy Fazbear's Pizza". Eran aterradores, según él. Y viniendo de su abusivo hermano, no podría ser nada bueno.
También tenía otra hermana: Elizabeth, ese era su nombre. Era una niña amable, graciosa, y a veces un poco cabezota.

Y para rematar, su padre era el propietario del restaurante de "Fazbear's", por lo cuál, estaba seguro de que celebrarían su cumpleaños allí.

¿Qué por qué no se le contaba a su padre? Él era muy tímido, y si se lo contaba Michael le guardaría rencor para siempre y eso solo empeoraría aún más las cosas.

El pequeño Evan se encontraba asustado y triste, pero no iba a dejar que el tonto de su hermano lo volviera a molestar.

Otra vez no.

Esto se había acabado.

Su estado de humor había cambiado repentinamente. Sus cejas estaban firmes pero curvadas, mostrando así una leve expresión de enfado.

Bajó rápidamente las escaleras, y allí estaban todos. Su padre, William, estaba preparando el desayuno algo molesto, pues Elizabeth volvía a estar enojada porque no le gustaba el zumo de manzana. Michael, su estúpido hermano mayor, estaba devorando ferozmente un bocadillo de tortilla.

⎯¡Evan! Menos mal que has llegado⎯ se alivió la pelirroja. ⎯¡Ayúdame a convencer a papá para que compre zumo de naranja!

El amargado hombre se volteó al oír la dulce voz de su hija y miró amenazante a los dos menores. Suspiró lenta y profundamente y procedió a hablar, con un tono algo más suave.

⎯Haz el favor de dejar de molestar, Eli. Sabes que el supermercado está cerrado y no abre hasta las 10 am.

La niña se resignó tanto que casi se pone a llorar. De hecho, tenía los ojos rojos y muy hinchados. El padre acarició los pelirrojos cabellos de la pequeña en busca de alguna manera para calmar su berrinche.

Nuestro pacífico protagonista, simplemente observaba.

⎯Hey, mariquita. ⎯interrumpió una horrible voz⎯ ¿Vas a seguir ahí parado o te vas a mover, eh?

Sus brillantes, azules, pero "malvados" ojos miraban con desprecio a su hermano. Este, en respuesta, suspiró y rodó los ojos molesto.

⎯¡Evan! ¡Ya son las 8, vámonos!⎯gritó mientras tiraba de su hermano bruscamente.

El Comienzo. FNAFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora