El castillo sombrío e inmenso en donde mi criada se había empeñado en entrar, aunque fuera a la fuerza, estaba abandonado;pero se notaba que había sido desalojado hacia no mucho tiempo.Yo estaba herido ,así que mi criada y yo nos instalamos en una de las habitaciones más pequeñas, situada en una de las torres de la fortaleza.
En sus paredes colgaban tapices, armaduras y espléndidos cuadros con Marcos de oro puro. Aquellas pinturas que había por todas partes, despertaban en mi espíritu un profundo interés. Ordené a Pedro que pusiera los cerrojos de la puerta y encendiera el candelabro para colocarlo junto a la cabecera de la cama, de la cual ya estaba corridas las cortinas de terciopelo negro.
Me acosté tranquilo y me entregué a la lectura hasta que la medianoche se hizo presente; la posición del candelabro no era la adecuada ,así que lo moví para permitir que la luz diera de lleno en el libro, pero este movimiento produjo un efecto sorprendente. Los rayos de luz se concentraban en un rincón de la habitación, entonces pude ver vivamente iluminado un retrato que me había pasado completamente inadvertida.era la pintura de una niña que comenzaba a ser mujer. Después de observar largamente el dibujo, cerré los ojos .¿ por que los había cerrado? No lo comprendía