Capítulo VIII

1.2K 151 24
                                    

Cuando Luo Binghe despertó lo hizo de una manera muy brusca, se levantó de la cama y buscó por la habitación a la grulla mágica, pero palideció al percatarse de que estaba completamente solo. ¿No se pudo haber ido volando o sí?

—¿Shizun?

Lo llamó inocentemente pensando que obtendría respuesta.

—¿¡Shizun!?

Se cayó de la cama al enredarse con la sábana y soltando algunas palabras sin sentido fue a abrir la puerta, justo cuando estaba por cruzar el umbral vio unos ojos esmeraldas mirándolo con una expresión complicada. Notó que también estaba una puerta semiabierta, casualmente la habitación que estaba justo en frente y dos pares de ojos se asomaban. ¿Eran las chicas que había rescatado? Las miró fugazmente, pero pudo decir que sí, si eran ellas.

—¿Eres tú el que está llamándome como desalmado?

Preguntó Shen Qingqiu parado del otro lado de la puerta, permanecía de pie en el pasillo de la posada. Luo Binghe controló el aceleramiento de su corazón y lo miró la bandeja de madera en las manos de la grulla.

—¿Qué es eso?

—Nuestro desayuno.

Respondió bajando la voz y con las comisuras de sus ojos enrojeciéndose. La puerta de la habitación de enfrente se cerró de golpe y pronto se escucharon cuchicheos.

—¿Me dejarás entrar o prefieres tomar el desayuno en el pasillo?

Luo Binghe se apartó rápidamente y le permitió entrar, la bandeja terminó colocándose en la mesa justo en medio de la habitación.

—Ven, comamos ahora que todavía está caliente.

El hombre todavía parecía asustado de pensar que pudo haber perdido a su shizun de modo inexplicable durante la noche y sin responder fue a sentarse mecánicamente. Miró delante suyo, había en la bandeja dos platos de youtiao, leche de soya y una porción generosa de congee con cebollín y carne para cada uno.

—¿Has ordenado esto?

Shen Qingqiu tomó los palillos haciendo un respingo, pero controlando enseguida su agarre repartió los tazones y le extendió sus cubiertos al humano.

—No, pedí la cocina prestada para hacerlos (la leche ya la tenían fresca), sé que son sencillos pero

Antes de siquiera terminar la frase, Luo Binghe se apresuró a llevarse un youtiao a la boca y lo masticó con fervor, al terminar de pasárselo corrió su mano hasta el congee y batiendo sus palillos casi se terminó medio tazón.

—Binghe trata de masticar, puedes ahogarte.

Bajó el tazón a medio terminar y con las mejillas infladas habló:

—Do pueno pedmiti de zenfrie

Shen Qingqiu intentó entenderle, pero no comprendía por qué estaba tan emocionado. Luo Binghe tragó ruidosamente y dijo de nuevo:

—No puedo permitir que se enfríe, esto me lo ha hecho shizun con sus propias manos, no quiero que ni un solo grano de arroz se desperdicie. Esto es ¡delicioso!

La grulla mordió sus palillos con un poco de vergüenza reflejada en su rostro.

—No es para tanto.

—¡Lo es!

Escondiendo una sonrisa afable, Shen Qingqiu continuó comiendo y finalmente los platos quedaron limpios. Shen Qingqiu se llevó un pañuelo dispuesto en la bandeja para limpiarse los labios.

—Shizun... ¿Esto es algo de grullas?

Regresando su vista al joven, no parecía entender su pregunta.

La grulla y el primogénitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora