AURORA
¿La última vez que corrí tanto?
Era un día como hoy.
Y como este mismo momento.
Corriendo hacia el aeropuerto.Anoche pensé en lo que me dijo Patricia. Y tiene razón. A veces necesitamos el empujón de alguien para hacer algo, para que nos impulse a hacer algo que queremos, pero no nos atrevemos por miedo.
Debería decírselo. Debería dejar fluir mis sentimientos. Después de toda la noche en vela, logré encontrar parte de mi, porque la otra mitad era Hugo. Él era mi otra mitad.
Esta mañana, sin poder dormiren toda la noche, miré la hora y algo me dijo que fuera.Que corriera, porque tal vez, sería la última vez que lo viese.
Quizás en unos años más, o quizás nunca jamás. Quería al menos, dejarlo todo aclarado y correría el riesgo, aunque todo saliera mal, pero correría el riesgo por él y por mi. Por nosotros.Entré al aeropuerto, mirando a mi alrededor, con pánico a que ya hubiera cogido el vuelo.
Corrí por las salas. Desviando a la multitud.
Recorriendo cada salas de espera.
Recorriendo la mirada por todos lados.No estaba.
Lo había perdido.Llegué a la última sala de espera .
Esperanzada de que estuviera ahí. Quizás sentado en uno de los asientos, leyendo algo. Pero estaban vacíos. No había nadie.
Y él no estaba.
Se había ido.De pensar eso, sentí un escalofrío en mi espalda. Sentí ese terror de no haberme podido siquiera despedirme de él. Ese terror de no haberle confesado todo y que fuese demasiado tarde. Y lo fue.
Quizás el tiempo nos volviera a unir, ¿No?Miré tras la gran ventana trasparente dejándome ver un avión despegando.
Quizás en ese avión estaba él.
Y simplemente, ya lo perdí.
Ojalá el destino nos volviera a juntar algún día.- tan desastrosa como siempre- hablaron detrás de mi.
Me giré, sobresaltada. Ahí estaba.
Con su pelo revuelto, sin peinar, típico de él, cayendo los rizos sobre su frente.
Sus ojos color miel que tanto extrañaba ver.
Ahí estaba.
Una gran emoción se instaló en mi pecho, y le sonreí. Le sonreí sientiendo mis ojos escocer, acumulados de lágrimas.Llevaba la misma ropa que llevaba ayer.
- ¿y tú te has bañado acaso?
- no
- vaya... y no digo nada.
Reí ,sin dejar de mirarlo.
Me sonrió, enseñándome su hoyuelo, ese típico hoyuelo que le salía cada vez que reía.
Nos perdimos entre nuestras miradas por un rato. Observándonos. Ambos sin decir nada. Por si algún día, no recordaba aquellos ojos color miel que tanto me gustaban admirar.
Con temor a no verle nunca más.- ¿por qué has venido?- soltó de repente.
Ahí... mi pulso comenzó a acelerarse.
Mi respiración dejó de existir, al igual que mis sentidos.- porque... es que... quería aclarar algo contigo.
Extrañado, metió sus manos en los bolsillos del pantalón.
Como siempre hacía.- mientras que no me digas que me vas a contar un chiste malo...
- no, eso te lo debería de decir yo a ti.
Rió.
- Escúchame. Es que... - suspiré - no sé como decírtelo.
- va, suéltalo. Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.
- ¿Recuerdas cuando te dije que, me gustaría sentir lo que se siente estar con alguien toda la vida?
Asintió.
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Neverland, Al nunca jamás
Novela Juvenil> La vida es como un camino con varias salidas. Un camino lleno de arena, tierra, charcos, tormentas, caídas... Pero siempre eres tú el protagonista para evitar todo eso. Y aunque caigas, levantarte es la solución para intentar encontrar la salida...