Cambiar de etapa puede ser un proceso complicado y doloroso, algunas personas dirán "Será lo mejor que pueda pasarte", no es más que una mentira que se desea como una realidad.
Se siente como caminar en un largo desierto, tus pies se van hundiendo en la arena ardiente, el sol limita la visión, tu cuerpo empieza a pesar cada vez más, para cuando te das cuenta, todo eso que te prometieron probablemente te está absorbiendo de a poco, como un vil insecto que se clava a tu piel a chupar cada gota.
Te da miedo tu propia identidad, en vez de vivir, se sobrevive, pero siempre hay algo que te mantiene allí, continuando con la ruta, esa pequeña esperanza de encontrar la dichosa felicidad, dejar de preocuparte las manos que lentamente estaban ahorcándote hasta dejarte sin aliento.
Todos tenemos alguna razón de vivir, tal vez por eso sigo de pie, sigo escapando cada vez que la arena me hunde casi hasta al fondo, cada que las cadenas queman mi cuerpo como fuego ardiente, tengo una razón para continuar, para seguir de pie, saber que tengo una clase de luz me mantiene aquí.
Se desea que en algún momento, aquel tormentoso desierto de pena y sufrimiento, se convierta en aquel oasis que tanto se busca, poder sentirte vivo después de estar al borde del colapso, estar libre después de toda la ansiedad que genera un lugar que no disfrutas y que solo te come de a poco con la intención de matar todo lo bueno que hay en ti.
Lo malo de la vida es que probablemente tenemos que aguantar más de lo que nuestra mente humana puede sostener, pero así sucede, solo es cuestión de seguir buscando.
Tal vez, el desierto ya nos devoró completamente, pero seguimos moviendonos bajo la arena por nuestro miedo a la muerte.
Espero que en algún momento, cualquier montón de arena se convierta en la libertad que tanto buscamos.