CAPITULO 1. Nueva casa, nuevo todo.

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--¡Bebie bamos, apurate hija!-- me chilló mi madre.

-- ¡Que ya voy un momento!-- exclamé mientras guardaba mis libros en la caja. Fui corriendo a por mi guitarra, que la tenia apollada encima de la cama, y la metí en su funda.

Aun no me creía que me estuviera pasando esto. ¡Mi madre se había vuelto a casar y ahora tenia que irme a vivir con ella y su nuevo esposo al cual me negaba en rotundo en llamar ni siquiera padrastro! ¿Podia pasarme algo peor? Por desgracia sí y me percataría de ello cuando llegara a la que seria mi nueva casa.

Coji la guitarra y me la puse, con la correa de la funda a mi espalada, para luego cojer la pesada caja de libros con ambas manos y llavarla escaleras abajo. ¡No se como no me maté por el camino, porque literalmente no veía nada!

Acabe de bajar las escaleras y dejé la caja en el suelo.

Mi madre me miro expectante y sorprendida.

--¿Que?¿No pretenderás que deje mis libros y mi guitarra aquí?-- exclame.

Por nada en el mundo me apartaría de mi lectura y de mi musica, eran mis dos tesoros mas preciados, puesto que amaba leer y me encantaba tocar la guitarra, también cantaba un poco, pero no mucho por vergüenza y miedo escénico. Mi madre suspiró y se giró sin decir nada, para dirigirse a la salida. Yo la seguí.

-- Deja eso en el camión de mudanzas y sube al coche. -- me ordenó y obedecí.

Una vez dentro del coche mire nuestra humilde casa, como si nunca mas fuera a verla y ¿quien sabia si ese no sería cierto? solo esperaba que no lo fuese. Nuestra casa era bastante pequeña, pero era acojedora y era donde me había criado. Y ahora mi madre no solo pretendía sacarme de ella, si no que también del pueblo. Tendría que ir a un nuevo instituto aunque la verdad eso no era algo me importara mucho, puesto que en el mio yo siempre habia sido el bicho raro que leía mucho y sin embargo sacaba notas bajisimas.

El coche arrancó y yo me sumí mas en mis pensamientos y luego lei un libro que me habia traido para leer en el viaje, hasta que el automóvil se paró, al cabo de unas tres interminables horas, frente a una casa bastante grande con un ancho jardín.

Mi madre salio del coche y yo la imité. Cojimos nuestras maletas del maletero y nos dirijimos a la entrada. Ella pulso el botón de un telefonillo y la voz grabe del hombre se olló.

-- ¿Quien es?

-- Soy yo Ann y mi niña. -- dijo mi madre.

Hice una mueca cuando me llamó niña pero no dije nada. Al cabo de unos minutos el hombre salio de la casa y se dirijió al portal para abrirnos.

-- Buenos días cielo-- dijo el hombre, cuyo nombre ya os abreis percatado de que no me acordaba, mientras le daba un pico a mi madre. Yo aparte la vista asqueada. -- Y cuanto hacia que no te veía Bebie. Me alegro de verte de nuevo.

Casi me da un ataque al oírlo llamarme Bebie, ¡así solo me llamaba mi madre y nadie mas!

-- Llameme Beberly por favor y yo también estoy encantada de volver a verlo señor...

-- Jaeson, pero puedes tutearme.

Yo asenti. Hubo un silencio incómodo que al final mi madre se dignó a romper.

-- ¿Que tal si bamos dentro y así Beberly mira la casa y se sitúa mejor?

-- Sí, buena idea. Además mi hijo podrá enseñártela y así os conocéis.-- dijo mirándome con una amable sonrisa.

Yo me quedé desconcertada, ¿hijo? No recordaba que uviera mencionado nunca tener algun hijo.

--¿Usted tiene hijos?

-- Si, dos en realidad, pero la mayor ya tiene 23 años y esta estudiando en una universidad de Madrid. El pequeño tiene 17 años, bamos mas o menos tu edad, y vino este año a vivir conmigo porque no se que problema tubo con la madre que ya no quiere ni verla.-- se encojió de hombros como si no tuviera importancia.

Bamos, que solo era un año mayor que yo puesto que yo tenia 16. Entramos en la casa y me quedé estupefacta al ver que era enorme, al menos en comparación con la mía. La entrada daba a un largo pasillo con unas escaleras en forma de caracol al fondo. A los lados estaban por un lado una gran cocina y por el otro un enorme salón con terraza y todo.

-- ¡Aluhe!-- grito Jaeson-- ¡Baja un momento!

Al cabo de unos minutos un apuesto chico de pelo castaño y unos preciosos ojos verdes apareció bajando las escaleras. Era mas alto que yo y ¡Dios que bueno estaba!

¡¿Pero que estas pensando Beberly?! ¿Es que acaso te has vuelto loca? Me regañé mentalmente por mi espantoso pensapiento. Yo nunca pensaba así y no iba a cambiar ahora.

-- Aluhe estas son Ann mi nueva esposa, y su hija Beberly.

-- Encantado de conocerlas señoritas. -- dijo educadamente. Dirijió su mirada a mi y me evaluó. Sentí como me ponía roja como un tomate y agaché la cabeza para que no viera sonrojada.

-- Alu, ¿Puedes enseñarle a Beberly su habitación y el resto de la casa?

-- Por supuesto papá.

Acto seguido se me acercó y me agarró delicadamente de la muñeca para luego empujarme escaleras arriba.

-- Creo que me voy a divertir mucho este año.-- dijo sonriéndome de forma socarrona y con una mirada picara.

Okay, eso no puede significar nada bueno.

En la imagen la nueva casa de Beberly.


Mi hermanastroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora