[003] ᴍᴜᴅᴀɴᴢᴀ

2.1K 96 0
                                    

ALEXA

Mudarse suena glamoroso, ¿no? Bueno, no lo es tanto cuando estás empacando tu vida entera para empezar de cero en un nuevo país. La idea de mudarnos a Milán me emocionaba, pero también me estresaba.

Joaquín estaba tan ocupado con los entrenamientos que la tarea de organizar todo recayó sobre mí. Por suerte, tenía refuerzos: mi hermana Agustina y mi sobrina Nina, que con menos de un año ya parecía más organizada que yo. Agustina y yo, acostumbradas al lujo y a las miradas curiosas, recorríamos la ciudad buscando lo mejor para la nueva casa.

-Alexa, ¿me querés decir cuánto más vamos a tardar en elegir cortinas? -bufó Agustina mientras caminábamos por un showroom gigante en el centro de Milán. Nina estaba en su cochecito, entretenida con un mordillo mientras nosotras discutíamos sobre tonos neutros versus colores llamativos.

-Esto no es tan simple, Agus. Necesito que todo sea perfecto. Joaquín tiene que llegar y sentir que está en casa.

-¡Ah, claro! -dijo con tono burlón-. Porque seguro que al Tucu le importa si las cortinas son beige o gris perla.

Las dos estallamos en risas. Nina, confundida, nos miró y comenzó a reírse también, contagiada por la atmósfera.

-Bueno, pero hablando en serio, Alexa. ¿Vos ya te imaginás viviendo acá a largo plazo?

Me detuve un momento, mirando un juego de sábanas que probablemente no íbamos a comprar.

-Sí... o sea, quiero creer que sí. Esto es un paso grande, Agus. Estoy construyendo algo con Joaquín, y no sé cómo explicarlo, pero siento que es el lugar correcto.

Agus sonrió y me dio un pequeño empujón en el hombro.

-Sos toda una romántica. Igual, me encanta verte así. Joaquín tiene suerte de tenerte, pero vos también lo tenés a él.

Las calles empedradas de Milán nos servían de pasarela improvisada, con los flashes de los fotógrafos iluminando cada paso que dábamos.

-Alexa, te juro que si pasamos por otra tienda más, voy a necesitar un masaje. -Agustina se ajustó las gafas de sol mientras empujaba el cochecito de Nina, quien estaba más entretenida mordiendo un juguete que prestando atención al caos a su alrededor.

-No exageres, Agus. Esto es importante. Además, no podés negar que las alfombras de esa última tienda eran increíbles. -Sonreí, señalando las bolsas de las marcas más exclusivas que llevaban nuestros guardaespaldas detrás de nosotras.

-Sí, increíbles y carísimas. Aunque bueno, conociéndote, seguro que te gusta el rollo de "decoradora profesional".

Nos reímos mientras subíamos a nuestro auto, un SUV negro con chofer, que nos esperaba justo frente a las icónicas galerías Vittorio Emanuele II.

-Che, ¿cómo manejás todo esto? -preguntó Agustina mientras el coche avanzaba por las estrechas calles del centro-. O sea, ya éramos conocidas antes, pero aquí en Milán, con Joaquín debutando, estás en todos los titulares.

-Es un poco abrumador, no te voy a mentir. Pero también me emociona. Estamos empezando una nueva etapa, Agus. Esto es más que una mudanza; estamos construyendo algo grande.

-Y por grande te referís a tu mansión llena de muebles italianos. -Agustina me guiñó un ojo, y las dos volvimos a reírnos.

El coche nos dejó frente a otra tienda, esta vez especializada en piezas únicas. Entramos y los empleados nos recibieron con una sonrisa impecable. Era obvio que ya sabían quiénes éramos.

-¿Estás pensando en algo moderno o clásico? -preguntó Agus mientras inspeccionaba un juego de jarrones que probablemente costaban lo mismo que un auto.

PAPÁ | JOAQUÍN CORREADonde viven las historias. Descúbrelo ahora