Al abrir la puerta me encuentro con Jason y mis ojos se abren de par en par por la sorpresa; siento, incluso, un poco de vergüenza por como estoy vestida, por supuesto que no me esperaba esta visita, y, sobre todo, me preguntaba cómo sabe dónde vivo.
—Hola Jason. —Saludé saliendo del asombro.
—Hola. —dijo soltando una risita al fijarse en mi atuendo y yo fruncí el ceño.
—No cambias —comenté como reproche y reparé en que aún no lo había invitado a pasar—. Estoy siendo muy grosera, lo siento. —Me disculpé, y con un ademán lo invité a pasar.
—Gracias, pero solo venía a preguntarte si te agradaría salir a comer un helado alguna vez. —preguntó con gracia.
—Pues de ser algún día no me negaría, pero te agradecería que fueras específico. —dije con una risita y una ceja arqueada.
—Tal vez si hubieses leído el papel que te entregué no tendrías esa cara; porque ahí especifico todo. —informó con una sonrisa y al instante sentí las mejillas calientes por la vergüenza.
—Lo olvidé por completo. —Me excusé tratando de disculparme—. De todas formas, había pensado que allí solo estaba tu número telefónico. —expliqué con el ceño fruncido.
—Que, por cierto, tampoco lo anotaste. —expresó con ironía.
—Recibí tu llamada esta mañana, justo cuando me preparaba para ir al instituto. —Explicaba.
—Y por mala suerte, estabas apresurada, ¿no? —Arquea una ceja y lo miro fastidiada. A fin de cuentas, tenía razón, pero no lo iba a admitir, tampoco es como si pudiese hacer algo al respecto.
—Lamentablemente, estas en lo correcto. —respondo con la misma ironía con la que se expresó y lo miro con impaciencia.
—¿Te esperan dentro? —pregunta, burlón.
—¿Por qué lo preguntas? — interrogué con el ceño fruncido.
—Tal vez por el movimiento constante de pierna derecha. —respondió aguantando la risa.
—Te dejo en paz. —Retrocedió unos pasos—. Hasta luego. —Se despidió, y desapareció, sin más, al doblar la esquina de la siguiente cuadra.
Se encontraba mejor, sinceramente. Tenía las ojeras marcadas, pero no era nada exagerado comparado con su aspecto anterior. Se veía fresco, aunque, con algunos moretones, pero no eran de gran magnitud. Me preocupaba ver los moretones que llevaba consigo, pero no era mi asunto y si él no me lo había contado, no lo obligaría.
Una de las cosas más llamativas que tiene, es su atrayente personalidad. Es un chico visiblemente atractivo, con algunas cicatrices en sus brazos y en su rostro. Muy amable y ni hablar de sus valores morales.
[...]
Nos encontrábamos en mi habitación, trabajando en el proyecto de Educación Física, y me la pase observando la casa de mi vecino; lo curioso es que recién me percato de que Liam es mi vecino.
—No puedes pretender que hagamos el trabajo en una tarde Ash. —dije con calma mientras tomaba un jugo de pera y permanecía con la vista pegada al jardín de aquella casa.
—Tal vez sí, si no estuvieras viendo a la ventana todo el tiempo. —contrapuso con fastidio girando los ojos.
—Lo siento, es que no me había fijado a quien tenía al lado. —Me excusé regresando la vista a Ashley que me veía con impaciencia—. ¿Todo bien Ash? —Pregunté acercándome a ella.
—Sí, discúlpame An. —respondió con ambas manos en su rostro—. Últimamente mamá no está bien y papa está tomando muy seguido. —explicó con angustia y fui testigo del llanto que se acercaba al ver sus ojos a punto de desbordarse en lágrimas, justo en ese momento suena mi teléfono y lo tomo sin ver de quien se trata.
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Más allá de belleza
Teen Fiction"Creer que la vida tiene sentido, te ayudará a hacerlo realidad". -El silencio en ocaciones es un arma mortal, pero también puede arruinarte la vida. -dije tomándo sus manos. -Entonces déjame terminar arruinado. -dijo separándose bruscamente. -Si re...