Por causa del placer que siento, tiro mi cabeza hacia atrás y puedo ver como su mano derecha se aferra a la baja cabecera de la cama. La aprieta y sus venas se marcan aún más.
Esa misma mano la lleva hacia mi pierna y la abre para poder posicionarse mejor entre ellas. Aprovecha para acariciarla y subirla hacia mi cadera, luego hacia mi cintura, quedándose quieto.
No me gusta que le guste tanto esa parte de mi cuerpo. Siempre creo que cuando me agarra de ahí, él puede sentir todos los defectos que cargo y cada imperfección que mi cuerpo tiene.
"Me encantas." me dice. Como si leyera mi mente.
Y eso me ayuda, pero no lo suficiente porque mientras lo beso sacó su mano de ahí.
Lucas no dice nada, agradezco por eso. Solía pensar que él siempre está lo suficientemente cegado por el momento para darse cuenta de esas cosas. Sé que no tiene que hacerlo porque son problemas míos, los cuales intento de mantener íntimos. Pero dejé de pensar en eso cuando en una charla post sexo Lucas comenzó a contarme muchas cosas. Me habló de sus inseguridades, de sus desagrados con su cuerpo y varias cosas que yo nunca noté en él. Me contó disgustos en su físico que él cambiaría sin pensarlo, cosas puntuales que me encantan de él y me vuelven completamente loca. Intercambiamos todo aquello que nos sentía menos de lo que somos y en cierto punto me ayudó a superar algunas cosas.
"Dios..." lo escucho murmurar.
Verlo de ese modo, disfrutando de lo que hacemos y de como lo hacemos, me excita más que cualquier otra cosa. Me incentiva a seguir y nunca parar porque me doy cuenta que realmente la está pasando bien, así como yo.
Dios... Él es un Dios.
No quiero que se acabe este rato. Me gusta cada vez que tenemos sexo, porque ambos olvidamos lo horrible que está todo en nuestra extraña relación. Nos volvemos ajenos a todo y somos únicamente nosotros.
Sus ojos se cierran al mismo tiempo que se mueve con menos rapidez. Entre abre sus labios y deja salir un gemido bajo.
Siento que cada vez que estamos juntos la pasamos mejor que la vez anterior. Quizás nos conocemos aún más. Quizás comenzamos a descubrir que es lo que le gusta a cada uno. Quizás nos queremos tanto que hacemos hasta lo imposible por brindarle un rato de placer al otro. O no.
Hago que su torso se junte con el mio para poder besarlo. Mi mano se aferra a su brazo y la otra busca acariciar su espalda, a la vez que lo rasguño suavemente con mis uñas.
"Más rápido." le pido.
Lucas me da un pequeño beso y vuelve a su posición inicial. Se mueve más rápido como quiero. Pero es cuestión de segundos que vuelve a caer sobre mi y besarme con ferocidad.
Una de sus manos masajea mi pecho izquierdo y siento que estoy a punto de enloquecer.
Cierro mis ojos cuando siento su nariz rozar la mía. Su respiración es exageradamente fuerte y acelerada, al igual que la mía.
Mi celular comienza a sonar avisandome que alguien está llamándome, pero no me interesa saber quién es. Estoy concentrada en Lucas y en mi, en lo que hacemos y en como lo hacemos.
Vuelvo a abrir mis ojos porque de pronto él decidió detener sus movimientos constantes. Lo observo y noto que tiene mi celular en una de sus manos, no me percaté cuando se estiró para agarrarlo.
"¿Quién era?" pregunto con curiosidad. Sus ojos no quieren apartarse de la pantalla y eso me inquieta. ¿Qué pasa?
Lucas suspira y rasca sus ojos como si estuviera estresado por algo.